La atracción real va mucho más allá del físico. Hay rasgos profundos, humanos, emocionales e intelectuales que convierten a una mujer en alguien imposible de olvidar. No tienen que ver con maquillaje, cuerpo o moda… sino con la energía que proyectas, la forma en la que piensas y cómo te relacionas con el mundo.