Los gatos tienen una fama de ser ariscos, por eso se han ganado un lugar muy especial en los memes más populares de las redes sociales. Pero a nosotras no nos queda duda que son maravillosos. Hicimos una lista de las cinco creencias equívocas sobre nuestros peludos amigos.
1. A los gatos les gusta la leche
¡Los gatos son intolerantes a la lactosa! Aunque es cierto que de bebés son amamantados, la leche provoca diarrea y vómito a los adultos. También lee: 5 formas de usar tu teléfono para correr segura
2. Una embarazada con gatos se contagia de toxoplasmosis
Esta es una enfermedad que puede causar defectos de nacimiento si se contrae durante el embarazo la fuente de contagio más común es la carne cruda. Es posible adquirirla a través de las heces de un gato, pero se requiere que, a su vez, él haya sido recientemente contagiado, una razón más para no dejarlos salir de casa, que la persona toque las heces y se lleve las manos a la boca inmediatamente después, pero... ¿quién no se lava las manos después de limpiar el arenero? También lee: 5 características de un gym ecológico
3. Los gatos son uraños y fríos
Es muy fácil que un gatito se deprima y se deje morir de hambre por situaciones como falta de cariño, poca atención o la ausencia de sus dueños. Algunas muestras de afecto incluyen lamer el rostro, los machos lamen a las gatas cuando las cortejan como muestra de ternura, patalear en tu pecho, los recién nacidos lo hacen con su madre para estimular la salida de leche, restregarse contra ti y tocar su nariz con la tuya, lo cual expresa amistad y confianza. 
Foto: Getty Images
4. Los gatos siempre caen de pie
Los gatos tienen 40 huesos más en la columna que el hombre, lo cual les da una flexibilidad admirable. La movilidad que poseen les permite girar en el aire y caer casi siempre de pie. Sin embargo,el acto reflexivo de girarse no es inmediato y es por eso que en caídas de menos de metro y medio, no alcanzan a dar la vuelta y caen de costado, con lo cual podrían lastimarse.
5. Los perros y los gatos son archienemigos
Cuando un gato de menos de seis meses y un perro menor de un año conviven, aprenden a interpretar el lenguaje corporal de la otra especie y de esa manera son capaces de interactuar feliz y pacíficamente sin que haya malos entendidos.
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