Aquí te decimos cómo transformar esos tortuosos recorridos en momentos placenteros.
1/ Espera lo peor y desea lo mejor. Planea anticipándote a una catástrofe. ?Acepta el hecho de que quedarás atascada en un embotellamiento?, dice Lomax. Antes de salir a la calle, consulta el reporte vial, así como qué calles estarán cerradas, o cómprate un GPS que te dé reportes del tráfico en tiempo real. Y acuérdate de tener una ruta de escape (rutas alternas u otros medios de transporte). Si ves que te ayuda, sal 15 minutos más temprano.
2/ Varia tu ruta. Cambiar tu ruta no solo obliga a tu cerebro a trabajar, lo cual podría hacer que tu camino sea más interesante, sino que también añade más información a tu GPS mental, un hecho que te permitirá escapar de futuros embotellamientos.
3/ Piensa en calidad no en cantidad. El hecho de avanzar y frenar continuamente es de lo peor que existe al conducir. Ese cambio entre el letargo (detente) y la urgencia de avanzar (¡acelera!) tiende a incrementar la tensión. Crea una ruta que te evite muchos semáforos y topes y así te sentirás mejor.
4/ Analiza las remuneraciones. Nomistas suizos calcularon que una persona que hace un recorrido de una hora para ir al trabajo tiene que ganar 40% más para sentirse tan satisfecha como alguien que camina para llegar a la oficina. Quizá nunca en la vida recibas un aumento de tal magnitud, pero tu viaje redondo será menos pesado si la remuneración que recibes por él es suficientemente valiosa para ti.
5/Invierte tu tiempo de forma inteligente. La mayoría de las veces, hacer muchas cosas a la vez mientras manejas es una mala idea, pero hay ciertas excepciones: puedes llevar en el coche unos audio libros, escuchar la radio, reproducir listas de música en un iPod repleto de canciones para que no tengas que distraerte. Cuando logres dedicar el tiempo que pasas en tus recorridos a relajarte y desestresarte de tu día, quizás incluso esperes con ilusión hacer tu siguiente traslado.
