El boom del skincare ha traído información valiosa, pero también una ola de tendencias que parecen innovadoras y terminan haciendo más daño que beneficio. En redes sociales, muchas rutinas se vuelven virales por lo estético, por la promesa rápida o por la sensación de que todas lo están haciendo, pero la piel no entiende de hype, entiende de constancia, ingredientes adecuados y equilibrio. Por eso, hay ciertas prácticas que deberíamos dejar atrás de una vez.
La primera tendencia que urge abandonar es la idea de que más producto = más resultado. Capas infinitas de sérums, esencias, boosters y activos no garantizan una piel mejor; muchas veces la irritan. Sobreestimular la barrera cutánea con demasiados ingredientes activos genera inflamación, textura irregular y sensibilidad crónica. La piel no necesita una rutina de 12 pasos, necesita coherencia y constancia.
También es momento de dejar de seguir rutinas extremas basadas en ingredientes muy fuertes sin supervisión. El retinol, los ácidos exfoliantes y la vitamina C de alta potencia son herramientas poderosas, pero su uso desmedido está causando quemaduras, manchas y descamación excesiva. TikTok está lleno de ejemplos: pieles irritadas por mezclar AHA con retinol, por aplicar vitamina C sobre piel húmeda o por exfoliar más de dos veces por semana. La piel tiene límites, y forzarla solo la debilita.
Otra tendencia que debe quedarse en 2025 es el skin flooding mal ejecutado, especialmente en pieles sensibles. Aunque la técnica busca hidratar profundamente, en la práctica muchas personas saturan la piel con capas y capas de productos que no necesita. El exceso de humedad, combinado con fórmulas poco compatibles, termina obstruyendo poros o provocando dermatitis.
Lo mismo ocurre con la obsesión por la piel de vidrio. Las imágenes hiperluminosas que circulan en redes no representan una piel real; muchas veces están filtradas, maquilladas o están bajo iluminación estratégica. Perseguir ese acabado puede llevar a una combinación tóxica como exfoliar de más, abusar de aceites o usar productos encargados únicamente de dar brillo, aunque la piel esté irritada bajo la superficie.
Otra práctica que urge abandonar es copiar rutinas ajenas. La piel de cada persona tiene historia, genética, clima y reacciones distintas. Lo que funciona para una influencer de 20 años en Corea no necesariamente funcionará para alguien de 30 viviendo en Ciudad de México. Adoptar productos sin criterio es una vía rápida a la irritación.
Finalmente, debemos dejar atrás la presión por tener una piel perfecta las 24 horas. Los poros existen, el enrojecimiento es normal, los granitos aparecen y la textura es parte de estar viva. El skincare no se trata de borrar los signos de la piel, sino de mantenerla funcional, fuerte y equilibrada.
Eliminar estas tendencias no solo mejora la piel, también libera la mente. Menos presión, menos productos, menos ruido. Más escucha, más descanso y más decisiones inteligentes y más acompañamiento de profesionales. Esa es la tendencia que realmente vale la pena seguir.