La razón por la que no deberías lavarte la cara en la ducha

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Te explicamos por qué lavarte la cara mientras de duchas estás haciendo más daño que bien… ¡a tu piel!

Es un ritual diario. Por la mañana, nos metemos a la ducha, nos lavamos la melena, nos lavamos el cuerpo con jabón y casi sin querer, nos acabamos lavando la cara.

¡Noto! El dermatólogo estadounidense, el Dr. Joshua Zeichner, nos cuenta la razón por la que no deberías lavarte la cara en la ducha. Es muy simple…

“Nos encanta el agua caliente, ¡pero no a nuestra piel!”.

Los efectos nocivos sobre la piel de nuestra cara

El Dr. Zeichner señala que se ha demostrado científicamente que el agua caliente irrita la piel.

Según él, “elimina el sebo y la barrera lipídica que constituyen protecciones naturales para la piel”. Resultando en resequedad, irritación e inflamación de la piel.

Otro dermatólogo, el Dr. Juber Hafiji, dice que “a pesar de la creencia generalizada de que el agua caliente ayuda a abrir y dilatar los poros para la limpieza, hay muy poca evidencia que lo demuestre”.

Entonces, ¿cómo limpiar tu piel?

Lo mejor es hacerlo en el lavabo de tu baño. Controla la temperatura del agua y ya. Es tan simple como eso. Por lo tanto, el agua estará más fría y tu piel será mucho menos agredida que con el agua de la ducha.

¿Cómo lavarte la cara en la ducha sin dañar tu piel?

Si una vez en la ducha, no puedes evitar lavarte la cara, aquí hay algunos consejos a seguir para que tu piel no se deteriore.

Primero, presta mucha atención al tiempo. Si tu ducha dura diez minutos o menos, no existe riesgo real para tu piel.

Por otro lado, si eres de los que permanecen bajo el agua durante media hora cantando… ¡no es la mejor opción para ti!

Otra precaución a tomar: no uses gel de ducha o champo directamente en tu cara.

Es práctico sin duda, pero estos productos no están en absoluto adaptados a la epidermis de la cara.

En la ducha, elige los tratamientos que se adapten a tu tipo de piel. Una vez aplicado, enjuágate bien la cara, por supuesto, ¡pero también el cuello!

Entonces, ¿convencida?

Este artículo fue originalmente publicado en Cosmopolitan Francia

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