Por: Hannah Chubb
Busca “anticonceptivo” en TikTok y encontrarás más de 130,000 videos, muchos sobre dejar la anticoncepción hormonal. En algunos, las personas comparten cómo hacerlo mejoró drásticamente sus vidas (“Al fin me siento feliz conmigo misma otra vez”), pero en una cantidad significativa de publicaciones, otros dan una advertencia: cuentan historias de rutinas diarias desordenadas, cambios de humor, fatiga, acné, pérdida de pelo o períodos irregulares. Lo que no saben, y la mayoría de las personas que consideran usar o dejar los anticonceptivos, es que este tipo de experiencia tiene un nombre.
El síndrome posanticonceptivo, o PBCS, por sus siglas en inglés, afecta a una estimación de 1 de cada 5 mujeres. Describe lo que sucede cuando alguien deja el anticonceptivo hormonal (cualquier forma, pero por lo general, la píldora) y sufre uno o varios de los problemas mencionados antes en los días o meses siguientes, dice la doctora Aviva Romm, autora de Hormone Intelligence. Para aclarar, PBCS no es una enfermedad ni un diagnóstico médico oficial, agrega. Es más bien un término que agrupa y reconoce los síntomas posteriores a la píldora que muchas personas han informado durante décadas.
La ciencia detrás del PBCS tiene sentido: el anticonceptivo trabaja intercambiando o reemplazando las hormonas naturales en tu cuerpo con un suministro constante de hormonas sintéticas que suelen imitan al estrógeno y la progesterona.
Este proceso apaga efectivamente la ovulación (es decir, la liberación de un óvulo de los ovarios), lo que evita que quedes embarazada. “Cuando dejas el anticonceptivo pierdes esa dosis uniforme de hormonas y tu cuerpo tiene que reajustarse”, explica la Dra. Romm. El cambio repentino también puede causar en tu sistema biológico un caos. Natalie Hal lo sabe muy bien. Dejó de consumir la píldora de golpe en su cumpleaños 30, después de 12 años de uso. Los siguientes seis meses fueron tan malos, que apenas se reconocía a sí misma. Estaba consumida por la fatiga, ciclos menstruales fuera de control y sentimientos de ansiedad y depresión. Le contó a su ginecólogo, quien respondió que estos nuevos síntomas “solo eran un problema si quería quedar embarazada”, recuerda Natalie.
Emalee Swena, ahora de 26 años, comenzó a tomar la píldora cuando era adolescente para ayudar a controlar la adenomiosis, una condición dolorosa en la que el tejido endometrial crece dentro de la pared uterina. Cuando la dejó después de 10 años, sufrió cambios de ánimo, acné y pérdida de pelo. “Mi ciclo no se reguló durante 18 meses completos”, recuerda. Su doctora le sugirió tomar ibuprofeno... y regresar a la píldora.
El cuerpo de Emalee por fin se reguló. Natalie sigue trabajando en ello. Ambas dicen que gran parte de su angustia y frustración podría haberse evitado si los profesionales médicos les hubieran informado sobre el potencial del PBCS con antelación. Sin embargo, los médicos rara vez el advierten a sus pacientes, tal vez porque para la mayoría de los médicos al píldora es una cura para todo, que va más allá de proporcionar anticonceptivos: puede ayudar con problemas de piel y con condiciones de salud como el síndrome de ovario poliquístico. En sus mentes, los beneficios superan los efectos negativos, por lo que los últimos tienden a pasar desapercibidos.
Por supuesto, todas estaríamos mejor si tuviéramos más información desde el principio, y es cierto para aquellas cuyo PBCS va más allá de una lista de síntomas a corto plazo. Tomar hormonas sintéticas por un largo periodo de tiempo, comenzando a una edad temprana, “puede enmascarar condiciones crónicas relacionadas con las hormonas”, detalla el endocrinólogo reproductivo Jaime Knopman.
Esto es justo lo que le pasó a Amy Parker. Comenzó a tomar la píldora a los 15 años en un intento de aliviar su acné. Diez años más tarde, cuando la dejó, de inmediato “supo que algo estaba pasando”, comenta. “Pensé que me estaba volviendo loca”. Se sentía agotada y de mal humor, y sus periodos empezaron a ser dolorosos e irregulares. Saltó de un médico a otro durante casi cinco años, hasta que uno le solicitó pruebas hormonales detalladas. Los resultados encontraron que sus síntomas de PBCS eran en realidad el resultado de ovario poliquístico y una afección tiroidea, y ambas condiciones estaban bajo control por la píldora anticonceptiva que había tomado por una década (aunque condiciones crónicas como al de Amy no necesariamente se pueden prevenir, una mejor conciencia sobre lo que podría suceder después de dejar la píldora facilita la identificación y tratamiento de dichas condiciones).
En la actualidad, “los profesionales de la salud tienen que hacer un esfuerzo extra para aprender información acerca del PBCS”, menciona Jolene Brighten, endocrinóloga naturista con sede en Portland, Oregón. Algunos lo hacen porque creen que los pacientes merecen algo mejor y que la mentalidad tradicional de “poner y olvidar” en torno al anticonceptivo es un protocolo terrible. Pero hasta que suceda un cambio a nivel institucional y más doctores sean entrenados para hablar con sus pacientes acerca de PBCS, lo mejor que pueden hacer las personas es abogar por sí mismas preguntando qué podría ocurrir después de dejar de tomar anticonceptivos hormonales.
Al final del día, todos merecen conocer la realidad completa acerca de lo que sucede y lo que podría ocurrir con sus cuerpos. En el caso del PBCS, el anticonceptivo en sí no es el problema, de hecho, lo necesitamos más que nunca, ya que los derechos reproductivos continúan bajo amenaza Experimentar PBCS puede ser incómodo, pero suele ser temporal. La falta de educación al respecto es lo que en realidad puede hacer que las personas sufran de forma innecesaria, concluye la doctora Knopman. “Si te sientes preparada para lo que viene, mucha de la ansiedad puede disminuir”.