Así como en el amor, el ejercicio también tiene su etapas. Conócelas y mantente motivada.
Etapa 1: La luna de miel
Señal distintiva: estás decidida a convertirte en talla seis así que no faltas a ningún entrenamiento.
Solución: piensa en que menos es más. El agotamiento se presenta cuando esperas lograr demasiado en muy poco tiempo. Modera tu emoción pensando a largo plazo. Empieza con el menor número de repeticiones, series y peso.
Etapa 2: Desencanto
Señal distintiva: se desvanece la emoción después de que no ves resultados inmediatos. Dejas de sentir ilusión por ir al gimnasio y comienzas a faltar a tus entrenamientos.
Solución: establece metas pequeñas. Una de las principales razones por las que se abandona el ejercicio es el fracaso en el intento por lograr metas y alcanzar expectativas, especialmente si se da durante los primeros seis meses después de haber empezado un programa de ejercicio.
Etapa 3: Estancada
Señal distintiva: el aburrimiento y la apatía son superiores al compromiso que sentías y a tu motivación. Utilizarás prácticamente cualquier pretexto trabajo, familia, estrés, tiempo como excusa para no hacer ejercicio.
Solución: haz un cambio. Utiliza una máquina de cardio diferente o entrena en un área distinta del gimnasio.
Etapa 4: Frustración y deserción
Señal distintiva: el ejercicio desaparece de tu lista de prioridades. Quieres tirar la toalla (siempre hay un próximo año).
Solución: establece un horario y síguelo al menos por cinco semanas. Un estudio publicado en Health Psychology reportó que ése es el tiempo que se tardan las personas que empiezan a hacer ejercicio en adoptarlo como un hábito. O haz una cita para ejercitarte con alguien: un entrenador, tu pareja o tu mejor amiga. La presión de un compañero de entrenamiento puede motivarte muchísimo.