Por qué los tratamientos de alaciado permanente no siempre son una buena idea

Los tratamientos de alaciado permanente pueden debilitar el cabello y afectar su salud a largo plazo. Estas son las razones por las que conviene pensarlo dos veces antes de usarlos

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Por qué los tratamientos de alaciado permanente no siempre son una buena idea

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Los tratamientos de alaciado permanente —como las keratinas, brasileños o japoneses— suelen presentarse como la solución definitiva al frizz, al volumen y al mal comportamiento del cabello. Prometen suavidad inmediata, brillo prolongado y una rutina más sencilla, sin embargo, detrás de ese efecto pulido hay implicaciones que rara vez se explican con claridad y que pueden afectar la salud capilar a mediano y largo plazo.

El primer punto que conviene entender es que el alaciado permanente no actúa solo sobre la superficie del cabello. Estos tratamientos modifican su estructura interna para forzarla a permanecer lisa. Para lograrlo, utilizan químicos que abren la cutícula y alteran los enlaces naturales del pelo. El resultado es visible de inmediato, pero el impacto no siempre se percibe al principio.

Uno de los efectos más comunes es la pérdida progresiva de fuerza. Aunque el cabello se vea brillante, suele volverse más frágil con el tiempo. Se quiebra con mayor facilidad, pierde elasticidad y responde peor al calor y al cepillado. Muchas personas confunden este desgaste con falta de mantenimiento, cuando en realidad es una consecuencia directa del tratamiento.

Otro aspecto que suele minimizarse es el crecimiento. El cabello nuevo crece con su textura natural, lo que genera una línea marcada entre la raíz y el largo tratado. Para mantener el efecto liso, se requieren retoques constantes, lo que implica volver a exponer el pelo a químicos agresivos. Este ciclo puede derivar en puntas cada vez más debilitadas y una sensación de cabello cansado.

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Los tratamientos de alaciado permanente —como las keratinas, brasileños o japoneses— suelen presentarse como la solución definitiva al frizz

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También está el tema del cuero cabelludo. Algunos tratamientos pueden provocar sensibilidad, irritación o resequedad, especialmente en personas con piel reactiva. No siempre aparece como una reacción inmediata; a veces se manifiesta semanas después, cuando el cuero cabelludo ya ha sido alterado.
Desde una perspectiva práctica, el alaciado permanente tampoco garantiza una rutina más fácil. El cabello tratado suele requerir productos específicos, cuidados adicionales y limitaciones en coloraciones o procesos posteriores. Lo que se gana en tiempo de peinado puede perderse en mantenimiento y reparaciones constantes.

En los últimos años, la conversación sobre el cabello ha empezado a cambiar. Cada vez más personas cuestionan la idea de corregir su textura natural y buscan alternativas que respeten la forma original del pelo. Cortes bien pensados, tratamientos hidratantes, técnicas de styling y productos adecuados suelen ofrecer resultados más sostenibles sin comprometer la salud capilar.

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El alaciado permanente no garantiza una rutina más fácil

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Esto no significa que nadie deba hacerse nunca un tratamiento de alaciado, sino que conviene tomar la decisión con información completa. Entender qué implica, qué riesgos conlleva y si realmente se ajusta a tu estilo de vida evita decepciones y daños difíciles de revertir.

Antes de optar por una solución permanente, vale la pena preguntarse si el problema es el cabello o la relación que tenemos con él. Muchas veces, cambiar el enfoque resulta más liberador —y más sano— que alaciarlo de forma definitiva.

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