Si algo es seguro es que Sarah Jessica Parker ha sido muchas cosas: actriz, ícono de la moda, protagonista de una de las series más influyentes de los 2000 y, sobre todo, una mujer que no tiene miedo de decir lo que piensa.
¿Por qué Sarah Jessica Parker vuelve a ser tendencia?
Pero esta vez, no fue un look lo que la puso en tendencia, sino una reflexión poderosa sobre el trato que reciben los personajes femeninos (y quienes los interpretan) en la industria del entretenimiento.
Durante una entrevista reciente, Parker habló sobre el juicio constante al que ha sido sometido su personaje más icónico: Carrie Bradshaw. “Creo que, fundamentalmente, Carrie es una persona extraordinariamente decente y buena…”, comenzó diciendo, para luego señalar lo que muchas ya habían notado pero pocas decían tan claro: “Siempre me resulta curioso que un protagonista masculino puede ser un asesino y la gente lo adora. Pero si una mujer tiene una aventura, se porta mal o gasta dinero de forma insensata… hay una respuesta punitiva”.
Después de años en la industria, Parker no solo ha interpretado personajes complejos, sino que también ha sido testigo del juicio que recae sobre ellos. Mientras los hombres en pantalla pueden ser infieles, violentos o emocionalmente ausentes sin perder admiración del público, las mujeres son juzgadas por cada error o emoción.
En cuanto a la respuesta en redes tras su declaración, las reacciones se dividieron. Algunas personas aplaudieron su claridad al hablar del doble estándar, mientras otras defendieron que los personajes femeninos también deben ser responsables de sus acciones. Pero al final, la conversación que se abrió es más profunda que una simple defensa de Carrie.
¿Por qué llegamos a ser tan criticos con los personajes femeninos? ¿Por qué una mujer en un mundo de ficción debe ser “ejemplar”, mientras a los hombres se les permite ser caóticos, oscuros y hasta criminales sin perder el amor de los fans?
Más allá de si amas u odias a Carrie Bradshaw, su existencia representa una oportunidad para hablar de personajes femeninos reales, imperfectos, llenos de matices. Y también para cuestionar por qué seguimos viendo a los hombres como “complejos” y a las mujeres como “problemáticas”.
