La delgadez marcada quiere volver a ser tendencia, pero no tienes que seguirle el juego

Recuerda que ninguna tendencia merece comprometer tu bienestar y que el cuerpo real necesita cuidado, no presiones externas

"Wicked: For Good" The New York Premiere

La delgadez marcada quiere volver a ser tendencia, pero no tienes que seguirle el juego

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La moda es cíclica. Eso ya lo sabemos. Pero hay ciclos que deberían quedarse definitivamente en el pasado, y uno de ellos es la exaltación de la delgadez extrema como sinónimo de belleza, disciplina o perfección. En los últimos meses, ese ideal ha intentado reaparecer en pasarelas con cuerpos cada vez más lineales, celebridades recuperando estéticas de los 2000 y redes sociales impulsando narrativas que romantizan la pérdida de peso rápida. El mensaje es claro después de unos años de body positive, la delgadez marcada quiere recuperar el protagonismo, pero que exista una tendencia no significa que debas aceptarla.
Detrás de este regreso hay un problema mucho más profundo que una simple preferencia estética. Se trata de una presión silenciosa que afecta cómo mujeres (y hombres también) perciben su cuerpo, su valor y su salud. El cuerpo extremadamente delgado se presenta como aspiracional, cuando en realidad suele ser resultado de hábitos extremos, genética muy particular o exigencias externas que nada tienen que ver con bienestar.

La trampa está en cómo se comunica. No se habla de restricciones severas, ansiedad o cansancio; se viste de “autocuidado”, “reset”, “disciplina”, “clean eating”. Es marketing disfrazado de estilo de vida. Y puede ser peligroso. Porque cuando una tendencia se maquilla de amor propio, es más fácil que se infiltre en la rutina diaria sin que te des cuenta de cuánto te está exigiendo.

Una cosa es admirar la moda y otra permitir que dicte lo que debes ser. La salud, la energía, el equilibrio hormonal, el estado emocional… todo se ve afectado cuando la meta es entrar en un molde que no fue hecho pensando en ti. La belleza real no puede reducirse a una talla, un hueso visible o un abdomen plano. El cuerpo cambia con la edad, las circunstancias, las emociones y la genética. Ninguna tendencia puede invalidar eso.

Además, la delgadez extrema nunca llega sola, siempre trae consigo comparación constante, culpa por comer, obsesión por la báscula y miedo a no encajar. Lo más irónico es que incluso quienes representan ese ideal suelen admitir que lo mantienen con sacrificios que no recomiendan a nadie. Si ni ellas sostienen ese estándar con comodidad, ¿por qué tendría que hacerlo el resto?

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La delgadez extrema ha vuelto

Gilbert Carrasquillo/GC Images

La resistencia empieza por la mirada. Cuando ves que la moda intenta retomar narrativas dañinas, pregúntate qué ganas tú con cumplirlas. ¿Felicidad? ¿Paz mental? ¿Libertad? Lo más probable es que consigas lo contrario. Hay caminos mucho más sanos: ejercicio que disfrutes, comida que nutra, descanso real y autocuidado emocional, eso sí construye bienestar, no una tendencia.

Este regreso no durará para siempre; ninguna tendencia lo hace, pero tu relación con tu cuerpo, sí. Por eso, mientras el mundo intenta venderte delgadez como estilo de vida, recuerda que el objetivo no es tener un cuerpo a la moda, sino uno que te permita vivir, sentir y estar en paz contigo misma.

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