¿Tristeza constante o depresión eterna?

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Si has notado que últimamente estás de mal humor o triste de manera recurrente, podrías padecer esta enfermedad. Texto por Laura Tejeda Meza La distimia o trastorno depresivo persistente (PDD por sus siglas en inglés). Es un tipo de depresión leve aunque crónica que se caracteriza por un estado de ánimo bajo, resentido la mayor parte del tiempo. De hecho, distimia” proviene del griego y significa ”mal humor, en relación con el persistente estado de malestar. Por su duración (dos años, con posibilidad de recuperación y reincidencia en los años subsecuentes), se considera un trastorno grave e incapacitante que comparte muchos síntomas con otras maneras de depresión clínica, entre las que se encuentran: incapacidad para disfrutar de la vida y divertirse, autoestima baja, Falta de interés, cansancio, actitud pasiva, dificultad para concentrarse y para tomar decisiones, sensación de impotencia, desesperación, culpa, incertidumbre y tristeza constante. Pero también está acompañada de trastornos físicos diversos, tales como dolores de cabeza, falta de apetito o en algunos casos comer en exceso, calambres, problemas digestivos e insomnio, por mencionar sólo algunos. Su diagnóstico debe ser realizado por un especialista, un psicólogo o psiquiatra, a través de un examen físico, pruebas de laboratorio y, evidentemente, una evaluación psicológica. El experto tendrá que indagar en los pensamientos, sentimientos, comportamientos e historial de la persona en cuestión. Relacionado: "¿Qué es la depresión blanca?LA QUÍMICA DE LA FELICIDAD Según estudios científicos, las partes del cerebro responsables de regular el estado de ánimo, pensamiento y comportamiento, parecen funcionar de manera anormal en personas con depresión, debido a un desequilibrio de neurotransmisores como la serotonina. Ésta se considera uno de los principales responsables o factor determinante en la depresión clínica, ya que la mayoría de las células cerebrales están influenciadas, directa o indirectamente, por esta molécula: apetito, sueño, memoria, aprendizaje, regulación de la temperatura, deseo sexual, comportamiento social y... ¡estado de ánimo! Por eso, los antidepresivos actúan sobre la producción de serotonina y la neurogénesis (nacimiento de nuevas células cerebrales). Sin embargo, los expertos argumentan que el nivel de esta sustancia es tan responsable de la depresión como la comida del hambre EL TRASFONDO DEL ASUNTO Se desconoce la causa exacta de la distimia, pudiendo surgir a cualquier edad. Tiene factores influyentes que se combinan entre sí (genéticos, ambientales, psicológicos y, claro, bioquímicos). Concretamente, el estrés y el trauma pueden provocar PDD. Por ejemplo, vivencias traumáticas como la violencia, maltrato o abuso en la infancia pueden cambiar la química cerebral, de la misma manera que la presión psicológica excesiva de los padres conlleva a la baja autoestima y a una autopercepción negativa. Las circunstancias sociales, particularmente el aislamiento, la falta de amor y apoyo social de parte de los padres, también contribuyen a su desarrollo en niños y jóvenes. En la vejez, es más probable que sea el resultado de una enfermedad de tipo degenerativo, un duelo, discapacidad física o circunstancias sociales. Relacionado: “Deja de juzgarte con estos consejos” FOCOS ROJOS Muchas personas con distimia no reciben el tratamiento necesario, ya que piensan que sus síntomas son una parte inevitable de la existencia, llevando a complicaciones tales como reducción de la calidad de vida, dificultades en las relaciones (conflictos familiares, aislamiento social), disminución drástica de la productividad o incluso incapacidad por falta de energía y concentración, así como desarrollo de otros trastornos como depresión mayor y ansiedad, pudiendo llegar hasta el suicidio. COMBÁTELA Igual que la depresión mayor, la distimia se puede tratar con terapia cognitiva conductual (TCC), consistente en cambiar la manera en cómo funciona el cerebro. Es una reeducación de cómo resentimos y reaccionamos ante estímulos externos y controlamos nuestras emociones. Asi mismo, se enseñan técnicas para mejorar habilidades sociales, maneras de controlar el estrés y a desaprender los sentimientos de impotencia. Otra terapia común es la psicodinámica, que ayuda a los pacientes a resolver conflictos emocionales, especialmente aquellos derivados de experiencias infantiles. Durante estas sesiones, es importante trabajar en la detección de factores que pudieran disparar una crisis y crear un plan de acción para evitar el descontrol o agravamiento: la pérdida de un ser querido, desempleo, una relación difícil (con familia, amigos, compañeros, jefes, enamorados) o una situación estresante (por mínima que sea, mientras genere angustia o inquietud). Cabe mencionar que los episodios depresivos o crisis pueden ocurrir con o sin un disparador obvio. SE RECOMIENDA Realiza principalmente actividades grupales (culturales, recreativas y ejercicio), para reducir los síntomas de la enfermedad. Asimismo, se deben evitar por completo las drogas y el alcohol porque, aunque pueda parecer que disminuyen los síntomas, lo empeoran todo. Similar a otro tipo de depresión, se suelen prescribir medicamentos para el PDD, que deberán ser recetados por un psiquiatra, quien determinará la dosis y dará un seguimiento cercano, cambiando la fórmula cada cierto tiempo si observa signos de adicción, o cuando el cuerpo del paciente ya está acostumbrado a cierta cantidad. Ningún tipo de medicamento es correctivo, sino un paliativo para ayudar a mejorar los síntomas y la calidad de vida. Es fundamental asistir a las terapias o citas con el doctor, aunque no se tenga ánimo para ellas. Aprender sobre la distimia también puede potenciar y motivar la recuperación. Es importante que los familiares y amigos más cercanos conozcan este padecimiento, para comprender, brindar auxilio más concreto y contribuir a la recuperación. Es importante no tomarse tan personal todo acto explícito o no del ser querido con distimia. Para apoyar a alguien que la padece, a veces no son necesarias las palabras, lo importante es que la persona se sienta acompañada, una excelente idea es ir con ella a terapia. Para un problema de esta índole, la cura depende en gran medida (si no es que al 100%) del individuo mismo (¡voluntad y perseverancia!), aunque alentada por el entorno.

*Este artículo apareció en la revista Familia Saludable
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