El eterno dilema: ¿Hay que comprar productos caros para adelgazar?

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En la publicidad todo parece muy sencillo: no hay más que ingerir un par de pastillas o revolver un polvo y ya con eso la grasa se irá.

La mayor parte de los productos para adelgazar pueden comprarse en forma de polvos para disolver en agua o leche. La idea es que esa mezcla reemplace alguna comida del día.

Pero claro, muchas personas en el mediano plazo se cansan de estar bebiendo en lugar de comiendo, porque allí falta un elemento esencial: la degustación de sabores.

No obstante, vale decir que para arrancar una dieta, este tipo de fórmulas no están mal. Pueden ser una ayuda, ya que ofrecen la posibilidad de fijar muy claramente qué cantidad de calorías se está ingiriendo y al mismo tiempo contienen las vitaminas y componentes que el cuerpo necesita. Pero para que funcione, el interesado debe tener una voluntad de hierro. Hay quienes opinan que sólo funciona si lo hace bajo supervisión médica y sin comer nada, bebiendo la mezcla entre tres y cinco veces al día durante siete días. Y lo crucial es que, una vez pasado ese período, la persona está dispuesta a cambiar completamente su esquema de alimentación.

Los especialistas consultados aseguran que, en el fondo, todas las dietas que se basan en la falta de alimentación o en fuertes restricciones no sirven o hasta pueden ser peligrosas. Si alguien de pronto cambia drásticamente su alimentación e ingiere muy pocas calorías, el cuerpo pasa a funcionar en un estado de emergencia.

Además, cada dieta con limitaciones genera cambios en el metabolismo y el cuerpo intenta con todas sus fuerzas mantener reservas, con lo cual cuanto más dietas se hace, menos efecto tienen.

El mercado ofrece muchísimos productos milagrosos. También existen pastillas especiales que dicen captar grasas y eliminarlas en lugar de que se asienten en las caderas. Pero los especialistas observan que prácticamente nadie puede consumir estos productos durante mucho tiempo porque pueden tener fuertes efectos colaterales como interminables ataques de diarrea.

Además, incluso quienes deciden aceptar los efectos colaterales suelen perder por lo general pocos kilos.

Pero entonces, ¿qué hacer contra los kilos de más?

Lo fundamental es, antes de empezar, ser consciente de los puntos débiles que tiene cada uno y analizar en detalle cómo y qué suele comer. ¿Qué como durante todo el día? Darse un gusto con una porción de postre el fin de semana no es un problema. El problema es cuando una persona come papas fritas todos los días, consume bebidas azucaradas, se salta comidas y no realiza alguna actividad física.

Quienes no sepan dónde podría estar el problema pueden llevar un diario de nutrición para detectar las posibles causas. Una vez individualizado qué está fallando, se recomienda atacar ese punto y nada más. Porque cuanto más pequeños son los cambios, más fácil es mantenerlos en el largo plazo.

Sólo las personas que cambian paso a paso y van dejando de lado las calorías menos convenientes para reemplazarlas con otro tipo de alimentos pueden cambiar realmente sus costumbres.

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