Aunque en sus inicios se trataba de una delicada barra de pigmentos cubiertos de seda, más tarde se convirtió en el estandarte de la rebeldía femenina y hoy es un millonario negocio
No sabe a ciencia cierta cuando nació el labial, sin embargo, hay registros históricos que colocan su origen en las antiguas civilizaciones mediterráneas, el primer indicio de un labial rojo está ubicado en el año 3500 antes de Cristo, fue utilizado por la reina sumeria Puabi hecho a base de una fina mezcla de albayalde (o carbonato de plomo) y piedras rojas trituradas.
Quizá te suene más familiar el caso de Cleopatra quien implementó su propio tono carmín que quedaría grabado en los registros de la historia gracias a las cochinillas trituradas que se sacrificaron para que la última reina de Egipto pintara de sensualidad sus labios.
Cabe destacar que, para los egipcios, los escarabajos estaban asociados a la inmortalidad, por lo que pequeños botes de tintura roja y cera natural de abeja han sido hallados en tumbas milenarias, quizá con un fin ritual.
¿En qué momento cambió la historia del labial rojo?
Si bien, el labial rojo fue aceptado por antiguas civilizaciones como un distintivo de poder y soberanía, en la Antigua Grecia este producto cosmético fue relegado a sectores históricamente marginados como las trabajadoras sexuales. De hecho, llevar labial rojo era un distintivo para reconocerlas socialmente y con esta medida llegaron las primeras regulaciones al uso del labial rojo: las trabajadoras sexuales que no llevaran este y otros cosméticos podrían ser sancionadas por hacerse pasar por damas de buenas costumbres.
Sin embargo, en Roma ocurrió totalmente lo contrario ya que los varones aplicaban labiales de distintos colores en sus rostros para resaltar su posición social, por ejemplo, el color rosa fuerte evocaba riqueza, mientras que el color rojo seguía permanentemente anclado a las clases sociales bajas.
Fue quizá en la Edad Medio, con el auge del catolicismo que el uso del labial rojo quedó totalmente satanizado por alterar el rostro y desafiar a Dios y a su obra, por lo que a lo largo del siglo XVIII hubo fuertes restricciones para desanimar el uso del labial rojo, las mujeres que se atrevieron a utilizarlo fueron condenadas por pactar con el diablo.
Aunque su uso estaba totalmente penado, las mujeres de la época se encargaron de crear mecanismos para darle un tono rojizo a sus labios, por ejemplo, morderlos hasta alcanzar el tono deseado, frotarlos con cintas rojas y, por supuesto, el intercambio de recetas caseras para aplicar tinturas domésticas muy cercanas al anhelado colorete rojo.
Las sufragistas y el labial rojo, estandarte de rebeldía femenina
La historia del labial rojo pasó por múltiples etapas antes de convertirse en un estandarte de rebeldía, lo que ocurrió en 1912 gracias al movimiento sufragista estadounidense: miles de mujeres se volcaron a las calles para exigir su derecho al voto, un peculiar distintivo de este movimiento llamó la atención de los hombres y el poder: el labial rojo que utilizaban las aguerridas mujeres durante las manifestaciones.
De hecho, este distintivo fue elaborado y distribuido en Nueva York por Elizabeth Arden quien se atrevió a desafiar las regulaciones morales que impusieron los hombres de la época contra el labial y todos los cosméticos, sin embargo, estos contenían materiales potencialmente tóxicos para la salud, por lo que en 2015 del otro lado del mundo Guerlain fabricaría el primer labial contenido en un pequeño tubo para lograr durabilidad y que fuera más fácil de aplicar.
Tristemente el uso del labial también estuvo asociado a la guerra, ya que hubo políticas de estado para que las mujeres enviaran cartas llenas de besos con labial rojo a sus esposos que se encontraban en el campo de batalla, esto era un subidón moral, decían.
Aunque actualmente su uso es generalizado y -casi- todas las mujeres del mundo pueden acceder a él, un labial rojo representa poder en pieles blancas y sexualización en las mujeres afrodescendientes, por lo que el imaginario en torno a esta poderosa herramienta de rebeldía femenina aún se encuentra en construcción: un aliado infalible y un básico en la cosmetiquera.
