Jimena tiene 31 años. Ama su trabajo, viaja cada vez que puede, está enamorada de la vida, de su pareja y de ella misma. Ha alcanzado metas que la llenan de orgullo, y aunque aún no se imagina hijos corriendo por la casa, piensa que, en unos años, tal vez quiera ser mamá. No es una decisión urgente, pero tampoco quiere que la tome por sorpresa. Y sí, claro, el tema empieza a colarse en las conversaciones con sus amigas.
¿Te suena familiar? Tal vez tú también estés en ese momento increíble de tu vida donde te sientes plena, enfocada, con proyectos profesionales emocionantes y cero planes de tener un bebé… por ahora. Pero entre viajes, metas laborales, salidas con amigas y tu vida en pareja, es normal que empiecen a surgir dudas: ¿Debería hacer algo para prepararme? ¿Mi fertilidad es compatible con el paso del tiempo? ¿Esto se dará naturalmente cuando yo decida?
¿Tengo que preocuparme por mi fertilidad?
La fertilidad no es algo que aparece de pronto el día que decides buscar un embarazo. Daniel Madero, CEO de Fertilidad Integral, clínica especializada en tratamientos de preservación y concepción que se enfoca en un acompañamiento holístico del proceso reproductivo, lo explica así: “Muchas mujeres esperan hasta el momento en que quieren embarazarse para empezar a investigar sobre su fertilidad, cuando en realidad deberían hacerlo desde que saben que, en algún punto, les gustaría ser madres”.
Y tiene todo el sentido. Porque cuidar tu fertilidad no significa correr contra el reloj biológico ni tomar decisiones apresuradas. Se trata de salud, autoconocimiento y poder de decisión. Informarte desde hoy te da herramientas para planear tu futuro sin presiones.
Quizá no lo sabías, pero existen estudios que te permiten conocer el estado actual de tu fertilidad, incluso si no estás buscando embarazarte en este momento. Y si ya empezaste a considerar la posibilidad, el primer paso –y más importante– es entender cómo está tu sistema reproductivo hoy.
Uno de los más recomendados es el estudio de la hormona antimülleriana (HAM), que mide con precisión tu reserva ovárica. “Este dato nos da un panorama muy claro sobre tu fertilidad actual y nos ayuda a tomar decisiones informadas, como si conviene preservar óvulos o simplemente seguir monitoreando con el tiempo”, explica Madero.
Este estudio puede complementarse con un ultrasonido transvaginal para contar los folículos, además de análisis hormonales, estudios metabólicos, y una revisión completa de tu historia médica, estilo de vida y salud emocional.
Conoce tu cuerpo para elegir con libertad
Si la idea de ser mamá ya empieza a sonar cercana, hay hábitos que puedes empezar a incorporar desde hoy. Nada extremo ni restrictivo: pequeños ajustes que, además de cuidar tu fertilidad, te harán sentir más equilibrada, fuerte y conectada contigo.
- Bájale al estrés: La ansiedad constante afecta tus hormonas. Ir a terapia, escribir un diario o meditar pueden ayudarte más de lo que imaginas.
- Aliméntate de forma consciente: Grasas saludables, antioxidantes y hierro son tus aliados. Evita los ultraprocesados y los edulcorantes artificiales, que podrían afectar tu fertilidad.
- Muévete con placer, no con presión: Hacer ejercicio de forma regular es clave, pero evita los extremos, ya que el sobreentrenamiento o el bajo peso corporal pueden alterar la ovulación.
- Duerme bien: La melatonina, además de ayudarte a descansar, es una reguladora natural de tus ciclos hormonales.
La maternidad va más allá de una fecha límite o de un camino único. Algunas mujeres deciden congelar sus óvulos a los 30 y embarazarse a los 38; para otras, quizás el embarazo llegue naturalmente a los 32, 36 o 39. Lo importante es que tú tengas la información y el control.
La buena noticia es que existen opciones profesionales, como Fertilidad Integral –con sedes en CDMX, Guadalajara y Metepec– que ofrecen servicios como inseminación intrauterina (IIU), fertilización in vitro (FIV) y preservación de óvulos, embriones o esperma. Todo acompañado de un enfoque wellness con nutrición funcional, masajes, psicoterapia individual o en pareja y acompañamiento emocional.
Cuidar tu fertilidad no es apresurarte ni adelantarte. Es honrar tu presente, tu cuerpo y la posibilidad futura de convertirte en mamá. Porque no hay contradicción en vivir intensamente el ahora y, al mismo tiempo, empezar a preparar el camino para lo que viene.
Recuerda: conocerte, informarte y cuidarte hoy es la mejor forma de llegar con confianza y claridad a ese momento que, tal vez, algún día decidas vivir.