En la cima de un acantilado, reflexionando sobre el paso del tiempo y lo difícil que es dejar atrás la adolescencia, está la princesa del pop. Y además lo hace mientras luce unos fabulosos low-waisted jeans acampanados. Así, como Britney Spears en el icónico video de “I’m not a girl yet not a woman”, se siente estar en tus 20’s: al filo del mundo con miedo a caerse, perdida y confundida, luciendo tu mejor outfit con una melodía pop de fondo que acompaña las constantes dudas sobre el futuro.
Platicando con mis amigas parece que todas experimentamos la misma ansiedad de descubrir quiénes somos después de la universidad. Pues claro, dejamos de ordenar nuestra vida en semestres, desechamos la rutina que conocíamos, abandonamos los salones de clase, y nos despedimos de la convivencia diaria con nuestros mejores amigos. El tiempo se desprende de nuestras manos y nos quedamos solas a enfrentar la pregunta abrumadora que habíamos postergado todo este tiempo: ¿quién soy?
No ayuda que las voces de nuestro alrededor nos recuerden constantemente que los 20 ‘s son la época de nuestra vida, nuestro máximo momento de gloria, la juventud que uno debe aprovechar y que nunca regresa. Las series y películas, redes sociales y videos musicales lo reafirman: los 20 ‘s son para salir de fiesta, emborracharse hasta perder la memoria, incrementar tu body count, explorar el mundo con tus amigas y romper todas las reglas posibles. ¡Lo compro! Pero la realidad es mucho más compleja que eso.
Lo que nunca nos dicen es que ahora podemos ser rechazados en cinco plataformas de trabajo distintas, que ahora el cover es de 300 pesos, que ya no tendremos una jubilación asegurada, y que el día siguiente despertarás con una tremenda cruda y la pena ajena de los más de diez mensajes, ya imposibles de borrar, que le enviaste a tu situationship. Pero espérate Riley, eso solo es la punta del iceberg. Súmale el calentamiento global y la escasez de agua, ya no tomar un Uber con total confianza de llegar a salvo, guerras al otro lado del mundo, y la inteligencia artificial apoderándose del planeta. ¿Realmente hay una manera de disfrutar la juventud mientras se espera a que caiga la quincena? ¿Cómo se puede sobrevivir a la crisis de los veinte?
Películas como La peor persona del mundo, Sentadas en bares con pastel, Mi vieja yo y Lady Bird tampoco tienen la respuesta, pero sí algunas lecciones de vida para al menos no morir solas en el intento.
Nadie tiene la vida descifrada
No obtuve mayor confort sobre mis (malas) decisiones en mi vida adulta que cuando vi La peor persona del mundo. En esta película noruega, conocemos a Julie, interpretada por Renate Reinsve, quien en sus late 20’s se enfrenta a la constante pregunta de qué es lo que quiere para su futuro al chocar con los deseos de su pareja, un escritor que le duplica la edad y que anhela comenzar una familia.
Ver a Julie navegar la complejidad de la vida laboral y amorosa en una etapa en la que se supone que ya debes tener todo resuelto fue verme reflejada en pantalla. Desde su indecisión sobre qué carrera estudiar, pues la vemos saltar de medicina a psicología a fotografía para terminar trabajando en una librería, hasta sus dudas sobre lo que desea con su pareja de años. La película nos enseña que los errores solo son eso - errores. Al final, Julie observa de lejos la familia que pudo haber formado con una ex pareja, ahora aliviada de no haber sido el camino de su elección.
A veces descubrimos lo que realmente queremos al equivocarnos, al decir no, al ir en contra de lo que se espera de uno mismo. La vida continúa a pesar de las rupturas amorosas, la mala relación con nuestros padres o tragedias repentinas que suceden cuando menos lo esperamos. Nadie sabe a dónde va, pero hay algo liberador en averiguar qué error cometer después.
Hay alguien que te ama en todas tus versiones
Quizás la mejor parte de descubrir quién eres es averiguarlo acompañada de tus mejores amigas. Sentadas en bares con pastel es una emotiva historia de amistad que nos recuerda que alguien nos ama en las buenas y en las malas. Yara Shahidi y Odessa A’zion interpretan a Jane y Corinne respectivamente, dos mejores amigas inseparables desde los 7 años. Ahora jóvenes adultas, a Jane se le espera seguir el mismo camino que el de sus padres, exitosos abogados, mientras que Corinne enfrenta la inesperada noticia de padecer cáncer terminal.
En una edad tan inestable y llena de cambios como los 20 ‘s, la fuerte relación entre Jane y Corinne celebra la dicha de tener a alguien que nos acepte en todas nuestras versiones. Incluso en la tragedia, ambas amigas se apoyan para sacar lo mejor de la otra; Corinne intenta liberar a Jane de su timidez que la retiene de hablar con el chico que le gusta, al mismo tiempo que Jane cuida de Corinne hasta sus últimos días.
Si algo nos recuerda es que nunca estamos solas pues somos el resultado del cariño y la fé que sentimos entre amigas.
Deja las dudas para después
¿A quién no le gustaría hablar con nuestro yo de 40 años para asegurarnos de que estamos tomando el camino correcto? En Mi vieja yo la joven Elliott conoce a su versión futura después de consumir hongos alucinógenos a mitad de un roadtrip. Protagonizada por Maisy Stella y Aubrey Plaza, este coming-of-age narra los últimos días de Elliot en su pueblo natal de Ontario antes de partir a Toronto a la universidad. En un viaje psicodélico entabla una conversación con una Elliot ya adulta, quien le aconseja pasar más tiempo con su familia y advierte de enamorarse de un chico llamado Chad. Lo que inicia como una alucinación termina en un viaje de autoconocimiento sobre la identidad, la familia y el amor.
Nunca nadie te advierte que los 20 ‘s están repletos de despedidas, es decir adiós a amigos, parejas, familiares y versiones de nosotros mismos que jamás recuperaremos. Aún recuerdo el último abrazo que le di a mi hermana en el aeropuerto antes de irse a su maestría sin saber que esa sería la última vez que estaríamos en el mismo país por más de unas pocas semanas. Elliot, quien al inicio no puede esperar más de dejar atrás la granja en la que creció, aprende a valorarla al enterarse que su padre la venderá una vez que ella se vaya.
“El tiempo pasa más rápido de lo que crees, así que ama mucho y ríe más” le dice Elliot adulta, pero es una frase que todas aquellas que nos sentimos perdidas deberíamos escuchar.
No hay prisa por crecer
Probablemente mi coming-of-age favorito y con actuaciones nominadas al Oscar, Lady Bird es un must para todas las chicas a las que les urge tener todas las respuestas (spoiler alert: nunca las hay). La aclamada Saoirse Ronan es Christine, o “Lady Bird” como obliga a su madre a decirle, una chica aburrida de vivir el mismo día en Sacramento, California. A Lady Bird le ocurre lo que a todas nos pasa en su momento: fingir para no ser una rechazada social, forzarla con el chico popular por más incompatible que sea, ocultarle secretos a su mamá y querer apresurar el tiempo para poder vivir la vida que realmente deseamos.
La película cierra con Lady Bird llamando a sus padres desde Nueva York, la mañana después de una borrachera que la llevó al hospital. Al despertar camina por la ciudad hasta toparse con una iglesia y decide llamar a su madre para decirle que la ama. Crecer tiene un sabor agridulce, creemos que obtendremos respuestas pero en realidad aprendemos a vivir con dudas que nunca serán resueltas. Christine cuelga y sigue su camino, pues un final inconcluso también es un final feliz.
Al menos tenemos las películas
En definitiva, los 20 ‘s son una montaña rusa de emociones. Es perder toda la certeza que alguna vez creímos conocer, cambiar de opinión, dejar ir viejos sueños para perseguir otros. Mientras termino este artículo, sigo sin tener la respuesta de quién se supone que debo ser, y por lo que mi hermana de 30 años me cuenta, parece que la incertidumbre nunca termina. Pero si algo me enseñó la experiencia de maratonear estas películas con mis amigas unos meses antes de graduarnos, es que no estamos solas dentro y fuera de pantalla y que más que lecciones para superar la crisis de los 20’s, son lecciones que nos podrán acompañar para toda la vida.