Cuando alguien actúa de forma persistente alrededor de ti y sospechas que podría identificarse con la cultura incel —o al menos adoptar algunas de sus actitudes—, lo primero que hay que recordar es que mereces estar segura, ser escuchada y protegida. Hoy en Cosmopolitan te presentamos un plan de acción pensado con compasión, firmeza y sentido práctico.
¿Quiénes son los incels —y cuándo deben preocupar?
Incel es la abreviación de involuntary celibate (célibe involuntario). No todas las personas que enfrentan dificultades en el plano afectivo o sexual se declaran incels ni participan en comunidades en línea tóxicas. Pero algunas adoptan discursos de frustración, resentimiento y hostilidad hacia quienes sí tienen relaciones afectivas, especialmente hacia las mujeres y los hombres con novia.
Expertos en psicología señalan que muchas de estas personas comparten rasgos como depresión, ansiedad social, baja autoestima y patrones obsesivos de pensamiento sobre el rechazo. La psicóloga Elena Daprá, del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, explica que dentro de las comunidades incel “se refuerzan ideas basadas en la culpa hacia las mujeres y en la percepción de inferioridad o exclusión”, lo que puede derivar en actitudes de hostilidad o aislamiento emocional.
Por eso, si alguien comienza a merodearte —acercamientos insistentes, mensajes no solicitados, vigilancia informal— no debes minimizarlo ni asumir que cambiará solo.
Primer paso: reconocer las señales
Antes de actuar, identifica qué tan seria es la situación. Algunas señales de alerta:
- Comentarios constantes sobre tu vida privada o tu aspecto.
- Mensajes repetitivos pese a que no respondas.
- Apariciones imprevistas cerca de tus espacios habituales.
- Indagaciones externas sobre tu rutina o entorno.
- Comentarios misóginos, hostiles o culpabilizantes.
Estas señales no necesariamente indican una amenaza violenta inmediata, pero sí exigen que fortalezcas tu entorno de seguridad.
Segundo paso: establecer límites claros
Comunica con firmeza (si puedes): un mensaje breve y directo como “No quiero seguir esta conversación” puede marcar el límite. No estás obligada a dar explicaciones.
Evita entrar en debate emocional: estas personas a menudo buscan escalar la conversación o manipular emociones.
Documenta todo: guarda capturas, fechas, lugares y testigos. Esa información puede ser útil si necesitas acudir a las autoridades.
Tercer paso: buscar apoyo
Habla con alguien de confianza. Una amiga, familiar o tu terapeuta pueden ofrecerte acompañamiento y objetividad.
Consulta con una profesional de la salud mental. Un terapeuta puede ayudarte a gestionar la ansiedad o el miedo, y a diseñar estrategias de autocuidado.
Explora asesoría legal. Infórmate sobre mecanismos de protección y líneas de apoyo en tu país, como órdenes de restricción o denuncias por acoso si es que esto empieza a incomodarte. No dudes en informar a tu red de apoyo.
Cuarto paso: proteger tu espacio físico y digital
Modifica tu rutina. Evita horarios y rutas predecibles.
Revisa tu privacidad en redes sociales. Limita quién puede ver tus publicaciones o ubicarte.
Bloquea o restringe contactos. Si esa persona está en tus redes, corta toda vía de comunicación.
Acude a las autoridades si hay amenazas o vigilancia. No esperes a que la situación escale.
Quinto paso: no perder de vista la raíz
Aunque debes protegerte ante comportamientos invasivos, también ayuda entender que detrás de un discurso incel puede haber un trasfondo de dolor emocional o aislamiento. Comprender esto no implica justificarlo, sino reconocer que la hostilidad nace muchas veces del rechazo mal gestionado y de la falta de herramientas emocionales, sin embargo, esto no justifica el acoso, pero te ayudará a comprender mejor el comportamiento de quien te acecha.
Los estudios psicológicos coinciden en que la radicalización incel no surge de la nada, esta suele combinar baja autoestima, frustración sexual, dificultad para establecer vínculos y consumo de comunidades digitales donde el odio se normaliza. La prevención, por tanto, pasa también por la educación emocional, el acompañamiento psicológico temprano y la creación de espacios donde los hombres puedan hablar de vulnerabilidad sin violencia.
No estás sola ni eres responsable de manejar el acoso por tu cuenta. Tu bienestar emocional y tu seguridad importan. Actuar con serenidad, establecer límites y buscar apoyo profesional y comunitario son pasos que fortalecen tu seguridad sin alimentar el miedo. La precaución también es una forma de resistencia y amor propio.