Hoy Jacob Elordi es uno de los actores más solicitados de su generación, pero antes de las alfombras rojas, los contratos con casas de moda y las portadas de revistas, hubo una historia mucho más cruda. Una que él mismo ha contado con honestidad: durmió en su coche en Los Ángeles mientras intentaba conseguir su primer papel estable.
Un inicio lejos de Hollywood
Jacob Elordi dejó su natal Brisbane, Australia, con una maleta y una esperanza, la de construir una carrera en Hollywood. Lo que no imaginaba era que, al llegar, las oportunidades serían escasas y el dinero se acabaría pronto. En diversas entrevistas ha relatado que después de filmar The Kissing Booth —la película que lo dio a conocer—, apenas tenía entre 400 y 800 dólares en su cuenta bancaria.
Durante ese tiempo, su coche se convirtió en algo más que transporte, era su refugio. Dormía en el asiento trasero, comía en cafeterías baratas y se duchaba donde podía. No lo hacía por elección estética ni por rebeldía, sino por necesidad. Era el retrato de un joven actor intentando sobrevivir en una ciudad que exige tanto como promete.
Estaba prácticamente sin nada
La llamada que cambió su historia
El punto de inflexión llegó cuando audicionó para Euphoria. A pesar de la incertidumbre, su interpretación de Nate Jacobs lo catapultó de inmediato. De repente, aquel chico que dormía en su coche estaba frente a Zendaya, trabajando en una de las series más influyentes de su generación.
Su historia no es la típica narrativa de superación que Hollywood adora repetir; tiene una honestidad que incomoda. Jacob Elordi no romantiza la precariedad, pero sí reconoce que esa etapa lo marcó. Aprendió a valorar la estabilidad y a no dar por sentado los momentos de éxito.
El lado humano detrás del ídolo
Hoy, con proyectos como Frankenstein, Jacob Elordi representa un nuevo tipo de celebridad: talentoso, sí, pero también consciente del costo emocional de la fama. Su relato conecta porque derriba la ilusión del camino fácil y recuerda que incluso en la industria del brillo, hay trayectorias llenas de resistencia, dudas y vulnerabilidad.
Tal vez por eso su ascenso resulta tan fascinante ya que no empezó en una alfombra roja, sino en el asiento trasero de un coche, con un sueño lo bastante grande para no caber ahí dentro y hoy es uno de los favoritos en el camino rumbo al Óscar 2026.