¿Te ha pasado que estás teniendo sexo y, aunque todo parece estar bien, tú te sientes completamente desconectada? Como si estuvieras viendo y viviendo todo desde lejos, en automático. Eso que rara vez decimos en voz alta, tiene un nombre, disociación sexual.
¿Qué es la disociación sexual?
Como tal, es cuando físicamente estás presente, pero la mente está lejos o se “desconecta” como mecanismo de defensa. Es más común de lo que crees, especialmente entre mujeres jóvenes que han atravesado experiencias traumáticas, estrés emocional o simplemente se sienten desconectadas de su deseo.
Esto puede pasar por muchas razones, y no siempre están relacionadas con un trauma sexual. A veces, la presión por “cumplir”, inseguridades corporales o ansiedad pueden desencadenar esta desconexión. También puede estar asociada a trastornos disociativos como el TEPT (trastorno de estrés postraumático), aunque no siempre se necesita un diagnóstico clínico para vivirlo.
¿Cómo identificarlo?
Después de una relación sexual puedes sentir como que algo no encajó del todo emocionalmente. Tal vez no recuerdas bien el momento, te sientes “vacía” o confundida, o incluso te preguntas por qué no sentiste nada. Si esto pasa más seguido de lo que te gustaría, es posible que estés experimentando disociación sexual.
Al final del día, la disociación sexual no significa que algo esté mal contigo. Es una respuesta natural a experiencias pasadas, ansiedad o inseguridad. Lo importante es darte permiso de sentir, escuchar a tu cuerpo y pedir ayuda si lo necesitas.