¿El camino rápido a la salud?

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El ayuno ha pasado de ser material de revistas científicas, a una popular herramienta para bajar de peso. Mientras se sigue popularizando entre las ideas saludables, nos preguntamos si la ciencia lo respalda. O, ¿acaso ayuno intermitente es solo otra manera de llamarle a la inanición? Por Caroline Williams Sospechamos que la primera vez que escuchaste de los ayunos fue con aquella amiga que descubre y prueba todas las tendencias nutricionales justo antes de que se vuelvan populares; sin duda, durante una cena en la barra de algún restaurante, en donde evitó la comida y se explayó sobre la ciencia detrás de los ayunos intermitentes. Ella ha hecho el 5:2, intentó el 16:8 (“el principio es el mismo, sólo es más fácil seguirlo”) y actualmente trata de evangelizar sobre los beneficios de dejar de comer cinco días cada tres meses. Desde que la 5:2 llegó a nuestras vidas en 2012, el ayuno intermitente, el concepto de evitar las calorías durante horas o días a veces, ha sido promocionado como una forma de reducir el riesgo de padecer enfermedades cardíacas, diabetes y cáncer, mientras derrite la grasa del vientre y te permite reiniciar el sistema digestivo. Las premisas de la 5:2 (comer solo 500 calorías dos días a la semana) y la 16:8 (comer toda la comida de tu día dentro de una ventana de tiempo de ocho horas) son básicamente las mismas. Cuando le dejas de dar comida a tu cuerpo, comienza a alimentarse de tus reservas de grasa. Otra es la dieta que imita el ayuno (FMD, por sus siglas en inglés), de la cual escuchamos por primera vez en 2015, y que está ganando interés conforme el ayuno se populariza; se trata de un programa de cinco días, basado en la investigación del doctor Valter Longo, biólogo de la Universidad del Sur de California. Está diseña- da para hacer que tu cuerpo crea que todo lo que le estás dando de alimento es agua, mientras se con- trola la inanición con una dieta de control calórico científicamente desarrollada. Sin embargo, tenemos que decirte que no es barata, el kit de cinco días, inventado por el doctor Longo y distribuido por la compañía ProLon, cuesta aproximadamente 225 libras esterlinas (lo que son unos 300 dólares). Un momento. Privarse de alimento va en contra de todos tus instintos, sin mencionar la sabiduría nutricional que escuchamos todo el tiempo. Así que, ¿esta nueva tendencia nutricional es producto de la investigación científica o la industria dietética se está burlando de nosotras una vez más? EL TANQUE VACIO Cuando te sometes a la 5:2 o la 16:8, le quitas a tu cuerpo la energía que obtiene de la comida, forzándolo a buscar dentro de sí el combustible que necesita. Primero, utilizarás el azúcar en tu torrente sanguíneo; cuando se termine, será momento de acudir a los depósitos de glucógeno en el hígado. Luego de un par de días con menos calorías de las que tu cuerpo necesita, estos también se agotarán, así que a tu cuerpo no le quedará otra opción más que utilizar la grasa. Quienes apoyan la dieta que imita el ayuno, insisten en que cuan- do dejas de comer por más de dos días, los beneficios van más allá de solo perder peso. Sí, el plan de cinco días te lleva a un estado de cetosis, un estado metabólico en el que el cuerpo utiliza grasa para obtener energía. Un corto periodo de privación calórica, fuerza al cuerpo a ahorrar toda la energía posible, mediante la descomposición y digestión de sus propias células, un proceso llamado autofagia. Suena aterrador, pero el doctor Longo insiste en que puedes soportarlo. El cuerpo es lo suficientemente inteligente como para empezar con células muertas o dañadas que no vale la pena mantener -las que contribuyen al envejecimiento y tienen mayor probabilidad de volverse cancerígenas. El cuerpo se vuelve más saludable, luce más joven y tiene menos riesgo de padecer enfermedades. Antes la única manera de estimular la autofagia era hacer una dieta de agua -algo que ningún nutriólogo recomendaría, sin un monitoreo. El doctor Longo ofrece una limpieza del sistema que promete incinerar grasa, mientras mejora la salud celular. NATURALEZA HUMANA La mayoría de los estudios que respaldan al ayuno, citan resultados encontrados en ratones, que redujeron su porcentaje de grasa, incrementaron su esperanza de vida y disminuyeron los incidentes de cáncer e inflamación -vinculada con enfermedades cardiovasculares y depresión. Y, cuando las células que se perdieron provinieron de órganos, músculos o huesos, rápidamente fueron reemplazadas con células nuevas. Sin embargo, tú no eres un ratón. En humanos, los estudios que compararon los ayunos cortos con dietas de control caló- rico, sugieren consistentemente que los primeros no son más efectivos para perder peso que cualquier otra dieta. Una prueba de dietas que imitan el ayuno, llevada a cabo por el doctor Longo, mostró reducciones en promedio de 3% de grasa, disminución de glucosa en la sangre y menores indicadores de inflamación. La evidencia de autofagia fue circunstancial, cuando mucho. “Toda la evidencia es la pérdida de peso en gente con sobrepeso”. Sobre la promesa de longevidad, tendremos que esperar y ver. Otros señalan que dejar de comer no es la única manera. La alternativa se llama ejercicio, y la teoría dice que tanto dejar de comer, como hacerte sudar, ponen a tu cuerpo en un estado de estrés ligero, lo que estimula la reparación celular. NADA POR LA BOCA “Para que el ayuno active una respuesta de reposición, el cuerpo necesita pensar que se está muriendo de hambre. Tu cuerpo se inclina hacia la inanición con bastante rapidez pero eso es algo bueno,” explica. “Luego de un par de días, comenzará a matar células”. Todo bien, siempre que lo hagas de manera controlada, llévalo al extremo y puede ser fatal -gente ha muerto por hacer dietas de solo tomar agua. E incluso un ayuno controlado puede inducir una caída emocional. Estudios sobre la inanición han encontrado que cortar las calorías drásticamente puede provocar una relación poco saludable con la comida. PARA LA COMIDA El epidemiólogo Benjamin Horne, encontró que el ayuno es saludable cuando se hace cada dos días durante un año y es importante conocer los riesgos -desmayos, deshidratación y desnutrición. “Ningún estudio ha dado información sobre el umbral de desnutrición, que seguramente dependerá de cada individuo,” agrega. Puede ser seguro, pero esto no significa que sea la opción más saludable. Tus esfuerzos podrían estar mejor encausados en el ejercicio. “EL AYUNO SE SIENTE COMO PRESIONAR EL BOTÓN DE REINICIO” La editora de reportajes de WH Reino Unido, Nikki Osman, ha hecho la dieta 16:8 durante seis meses. “Comencé con los ayunos con la dieta 5:2, luego de que subí tres kilos en un viaje. Después llegó a mí la 16:8, que me prometía que podía comerme un pastel, siempre y cuando me comiera hasta la última morona antes de las 9pm. Nunca he sido de grandes desayunos, así que hacer mi primer alimento a la 1pm me funciona. Llegar a la hora de la comida hambrienta me da una buena idea de lo que quiero comer. Soy vegetariana, así que me da rienda suelta para comer frutas, nueces o chocolate por la tarde. Y la hora límite de las 9pm reduce los atracones sin sentido a deshoras. Es la razón por la que seis meses después, sigo comiendo así, esta es la dieta que puedo llevar a cabo. Seguirla de lunes a viernes me da la rutina que necesito para comer saludablemente. Nunca me siento restringida, pero mantiene bajo control el antojo de helado y vino por la noche. No es que me la pase viendo el reloj. Si me dan las 9pm a la mitad de mi comida, no dejo de comerla. Y si mi vida social se atraviesa, me olvido de la dieta y vuelvo a empezar al día siguiente. Para mí, cualquier plan nutricional se vuelve insostenible en el momento que te genera resentimiento. Cada lunes se siente como si estuviera apretando el botón de reinicio”.

*Esta nota salió primero en Women’s Health agosto 2018*

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