Así fue mi experiencia en un resort solo para adultos

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Sígueme en Instagram: @MsDafneRuiz Vacaciones sin pudor. Una cosa es entrevistar e investigar sobre el tema, otra muy distinta formar parte de la acción. ¿Cómo sucedió? El destino (sobre todo a través de Tinder) se encargó de presentarme a varios hombres, que al saber de mi curiosidad, sin tantita pena -y con muchas ganas- se ofrecían como compañeros de viaje. Después de varios “se me complica por el momento”, por fin me animé a visitar el que al parecer es el playground for grown-ups más conocido o popular en México, el Temptation Resort. Si bien pude haber escogido ir al Desire (el favorito de los swingers), mi sensatez abrazó los baby steps. Al llegar al hotel hubo coctelito de bienvenida (so far so good!), el cual no sé si lo dan por puro gusto o para relajar a los first-timers. Como sea, ¡salud por la aventura que estaba por comenzar! Obvio no iríamos directo a la habitación, aunque se lea incongruente. Mi partner in crime y yo moríamos de hambre. Durante la velada en el restaurante asiático del venue, cual ñoña, leía las “reglas del juego” que como huésped debes acatar para que tu estancia -y la de los demás- sea lo más divertida y placentera posible. Para la tranquilidad de las féminas, NO significa NO, adiós a la insistencia, y el topless es opcional. Eso sí, en el lobby y restaurantes está prohibido. ¡Con justa razón! Imagínate estar comiendo y ver boobs por todos lados. https://www.instagram.com/p/Bh9NJE2FiNJ/ Más tarde, como hace mucho que no salía “de antro”, decidimos dar una vuelta por Bash, donde cada noche es temática; blanco, neón, décadas, superhéroes, ángeles y demonios, lencería, en fin. Por supuesto que el dress code no es obligatorio, simplemente es para darle sabor al ambiente. Me encantó ver cómo la mayoría no era apática, el esmero se notaba (imagínate a Heidi Klum en Halloween). Con una sonrisa de oreja a oreja aplaudí su actitud cool, sin importar la edad (desde 25 hasta 50 años), el género o la preferencia sexual. Si creí que me iba a sentir incómoda, poco a poco respiraba ese mismo aire de libertad con respeto. Es un alivio que a nadie le importe si no tienes cuerpo de angelito de Victoria’s Secret. Bailé como una loca, el claro ejemplo de cuando te dicen que lo hagas como si nadie estuviera viendo -aunque la verdad es que mi lado exhibicionista me lleva a hacer justo lo contrario-. No es por nada, pero arraso la pista. La siguiente noche fue más fuerte porque me sentí como pez en el agua; mi acompañante confirmó mi AKA, “Fire on the dancefloor”: Me despojé de la mini roja que llevaba para quedarme en bodysuit. ¡Uff! Me sentía medio JLo y Beyoncé en el video de Single ladies. Mi performance dio frutos. Atrajo a una de las parejas más hot del lugar (apodados como Miss Booty y Mr. Hunk), que luego del coqueteo y cachondeo, ¡hasta hubo un ardiente beso con ambos por dejarme llevar! Y si la vida nocturna tiene lo suyo, por las mañanas depende del mood y de qué tan sociable seas. El atractivo principal se encuentra en la alberca en forma de una silueta femenina. Los animadores realizan diversos concursos y actividades, entre ellas la -engorrosa- fiesta de espuma. No entiendo por qué a varias personas les gusta, pero la mayoría se volvió loca cuando fue su turno. Yo prefiero las burbujas de otro tipo, y prácticamente -como si me hubieran leído la mente- al mismo tiempo salía una pequeña embarcación de champagne que no pude resistir abordar. La verdad preferí quedarme como espectadora, riéndome de vez en cuando con lo que sucedía… con copa en mano. Lo más común es que se acerquen parejas o gente muy fiel al poliamor. Jamás olvidaré al silver fox uruguayo con sus respectivos amores (esposa, novia y amante). Ajá, como lo lees. Ellos me contaron cómo evolucionó su relación hasta llegar al punto de vacacionar juntos. Otras parejas estaban ahí únicamente para reactivar la llama del romance o para cumplir fantasías, como hacer uso del tubo para darle un show privado al galán. Obvio el chiste es elevar la temperatura y no hacer el ridículo, así que se puede ¡debe! contratar a una profesional para que te enseñe en 30 minutos cómo hacer unos cuantos giros. Por último, no faltaron los grupos de despedida de soltero(a). TRE-MEN-DOS. El cierre de esta experiencia fue la cena en el restaurante más top. Sin duda es el espacio mejor diseñado de todo el hotel. Gracias a los espejos y las luces, a mí me hizo sentir como si estuviera en una de las películas de Austin Powers. Pero más que apariencia, su esencia es la que cautiva. Diferentes sensuales bailes (entre ellos una danza árabe) se efectuaban mientras se servía un menú afrodisíaco de ocho tiempos (¡ocho!) a base de salmón, pato, cordero y camarones bautizados como Ardiente pasión, Éxtasis y Clímax. Perdón, pero ese último nombre debió ser para el exquisito volcán de chocolate. MY GOD… El mejor orgasmo que ha experimentado mi boca. ¿El lado no tan placentero de la cena? Después de los 30 la digestión es un issue. ¿Me lo pasé increíble? Sí. ¿Regresaría? Por supuesto. Es más, Desire, ¡ahí te voy!

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