1. Agradece lo que sobreviviste
No todo lo que enfrentaste fue fácil, pero aquí estás. Cada día difícil, cada caída emocional o cambio inesperado te dio fuerza.
Ejemplo: “Gracias por las veces que quise rendirme, pero no lo hice.”
2. Agradece tu cuerpo
Tu cuerpo te sostuvo: respiró, caminó, trabajó, sanó, incluso cuando no lo trataste con cariño.
Ejemplo: “Gracias por cada mañana en que me levanté aunque estaba cansada.”
3. Agradece a las personas que sí estuvieron
No fueron muchas, tal vez cambiaron, pero hubo quien te escuchó, te abrazó o simplemente te acompañó.
Ejemplo: “Gracias por los mensajes, las risas y los silencios que me hicieron sentir menos sola.”
4. Agradece los días tranquilos
No todos los momentos importantes fueron intensos. También cuentan los días simples: un café, una tarde sin prisa, un domingo sin presión.
Ejemplo: “Gracias por los momentos que no parecían grandes, pero me devolvieron la calma.”
5. Agradece los aprendizajes (aunque dolieran)
No todo lo que perdiste fue una derrota. A veces, el final de algo fue el inicio de algo más honesto.
Ejemplo: “Gracias por las decepciones que me enseñaron a poner límites.”
6. Agradece tu crecimiento emocional
Quizá lloraste más de lo que querías, pero también aprendiste a soltar, a no suplicar, a elegirte.
Ejemplo: “Gracias por haber entendido que no todo el amor merece quedarse.”
7. Agradece los nuevos comienzos
Cambiaste de trabajo, de casa, de piel, de mentalidad. Aunque no fue fácil, fue necesario.
Ejemplo: “Gracias por haber tenido el valor de empezar de cero.”
8. Agradece las risas inesperadas
Las que llegaron justo cuando no las esperabas. Las que te recordaron que aún puedes disfrutar, incluso en medio del caos.
Ejemplo: “Gracias por las carcajadas que me devolvieron a la vida.”
9. Agradece el tiempo a solas
Estar sola no fue castigo, fue claridad. Aprendiste a disfrutar tu compañía y a entender tus silencios.
Ejemplo: “Gracias por haberme permitido conocerme sin ruido externo.”
10. Agradece las pequeñas victorias
Cumplir un objetivo, cerrar una etapa, superar una conversación difícil, cocinarte algo rico, descansar. Todo eso también cuenta.
Ejemplo: “Gracias por lo que logré, aunque nadie más lo haya visto.”
11. Agradece lo que soltaste
Personas, hábitos, pensamientos. Cada cosa que dejaste ir fue una forma de cuidarte.
Ejemplo: “Gracias por haber tenido el valor de cerrar lo que ya no me hacía bien.”
12. Agradece tu resiliencia
La capacidad de recomponerte una y otra vez, incluso sin saber cómo.
Ejemplo: “Gracias por no rendirme cuando parecía que nada tenía sentido.”
13. Agradece las oportunidades que sí llegaron
Aunque fueran pequeñas, inesperadas o distintas a lo que imaginabas.
Ejemplo: “Gracias por cada puerta que se abrió justo cuando pensé que no quedaban más.”
14. Agradece lo que aprendiste a valorar
Este año tal vez entendiste que la paz vale más que la prisa, y la compañía genuina más que el aplauso.
Ejemplo: “Gracias por enseñarme que no necesito tanto para estar bien.”
15. Agradece que sigues aquí
Respirando, aprendiendo, sintiendo. Y eso, por sí solo, ya es motivo suficiente para dar gracias.
Ejemplo: “Gracias por este momento, por este cierre, por esta nueva oportunidad.”
Conclusión Cosmo
Cerramos el año con la idea de que debemos lograrlo todo. Pero en realidad, cerrar también es agradecer.
Agradecer no borra lo difícil, pero lo resignifica. Convierte lo que dolió en algo que tuvo sentido, y lo que temías en algo que te fortaleció.
Este año tal vez no fue perfecto, pero fue tuyo. Y eso ya es suficiente para agradecerlo. ✨