No, no es un mito. Aquí te aclaramos todas las dudas que puedas tener sobre ésta mágica forma de placer
No lo podi?a creer, pero la evidencia se hallaba frente a mis ojos. En un recipiente de pla?stico se balanceaba con suavidad una generosa cantidad del li?quido blancuzco, entre transparente y opaco, que me habi?a brotado luego de haber dado con el punto clave.
Despue?s de vivir una de las experiencias ma?s extremas en mi vida, no me cabi?a ya la menor duda en torno de la existencia de la elusiva pro?stata femenina y su incuestionable capacidad eyaculatoria.
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Con sus propios vasitos en las manos, las otras chicas estaban en las mismas. Entre choqueadas, jubilosas y sorprendidas, apenas podi?amos hablar. Pero no haci?a falta porque nuestras caras lo deci?an todo.
Luego de cuatro horas de mucha teori?a, y si?, pra?ctica intensa, habi?amos llegado… a la meta. En un acto de control total sobre nuestro cuerpo y sexualidad logramos derrumbar el mito.
Las historias sobre los placeres de palpar nuestra zona secreta, hasta hacerla desbordarse a raudales, era algo que ya nadie nos iba a venir a contar.
1. ¿Porno… que??
La aventura comenzo? di?as atra?s cuando en una charla de cafe?, una amiga me comento? que habi?a escuchado acerca de un curso pra?ctico de eyaculacio?n femenina. ¿Pra?ctico?, ¿co?mo pra?ctico? La curiosidad me mato? toda esa tarde y, sin dudarlo, al llegar a mi hogar me lance? a la divertida ciberbu?squeda.
El tema me teni?a atrapada desde haci?a tiempo, asi? que he investigado mucho al respecto. Pero ni todo lo que he lei?do ni las muchas entrevistas que he hecho me habi?an dado las respuestas precisas y pragma?ticas que necesitaba, no so?lo como periodista, sino tambie?n como mujer.
Al final, ahi? estaban las dudas sobre co?mo ubicar y estimular adecuadamente el Punto G, la confusio?n acerca del exceso de humedad post orga?smica, si la capacidad eyaculatoria nos permite alcanzar niveles sublimes de placer que jama?s imaginamos y, en todo caso, si una eyaculadora experta nace o se hace.
Voila?! En la pantalla de mi computadora aparecio? el Taller Pra?ctico de Eyaculacio?n Femenina impartido por Diana J. Torres, autora del libro Pucha Potens; Manual sobre su poder, su pro?stata y sus fluidos.
Despue?s de leer todos los detalles, decidi? que la cosa no sonaba tan mal. Me encanto? la propuesta de restaurar la conexio?n entre nuestra pro?stata y cerebro, con el propo?sito de recuperar una magnitud de placer perdida entre el desconocimiento y la represio?n. Y aunque me inquieto? un poco su autodefinicio?n como activista anarcofeminista y pornoterrorista (¿que? rayos era eso?), las opiniones y comentarios de quienes habi?an asistido al taller eran ma?s que buenas. Asi? que, sin duda alguna, mi destino para el siguiente domingo se encontraba marcado.
2. Ignorancia atroz
El turno matutino del taller ya se habi?a saturado, pero alcance? lugar en la tarde. A las cinco en punto llegue? a La Gozadera, un lugar de convivencia y aprendizaje creado por un colectivo le?sbico, situado en el centro de la Ciudad de Me?xico.
Diana resulto? ser una espan?ola trasgresora y supercool que nos recibio? en topless, obvio por aquello del calor. Conforme llegamos, las 13 mujeres que tomari?amos el curso nos acomodamos sobre colchonetas en el suelo.
El ambiente era relajado, co?modo y amigable. Sin ma?s prea?mbulo, comenzo? la exposicio?n.
Por medio de una serie de dispositivas proyectadas en la pared, notamos a detalle lo difi?cil que resulta ubicar de manera visual nuestra pro?stata, debido a que la mayori?a de los esquemas son confusos y erro?neos.
?La ignorancia en torno de ella, su funcio?n, anatomi?a y fluidos es brutal. Pese a que Hipo?crates ya la insinuaba cuando hablaba del semen de la mujer, no fue hasta el 2002 que la comunidad me?dica reconocio? oficialmente su existencia?, explica Diana.
En la actualidad muchas personas siguen pensando que se trata de un mito. Pero de eso nada. La pro?stata, gla?ndulas de Skene o Punto G conforman una zona rugosa y esponjosa que, pese a que su localizacio?n y taman?o vari?an ligeramente en cada mujer, se puede palpar con facilidad desde la cara frontal interna del canal vaginal, muy cerca de su entrada.
Durante la excitacio?n y el orgasmo crecen y a trave?s de pequen?os orificios, situados entre ambas estructuras, expulsan el li?quido eyaculatorio.
3. Confusio?n
¿Quie?n de ustedes ha eyaculado o ha crei?do que ha dejado escapar orina durante el cli?max? Ya en confianza la instructora nos platico? que crei?a que sus ?corridas? eran grandes orinadas. ?Supuse que era por mi exotismo sexual. Pero un di?a me regalaron unas sa?banas de sate?n negro y a la man?ana siguiente, de una gran noche, descubri? en ellas una enorme mancha blanca, densa y cerosa que ni remotamente era orina. Fue la epifani?a que me lanzo? a investigar y a escribir el libro?, relata la instructora.
La eyaculacio?n femenina es producto de la excitacio?n y roce de la pro?stata. Puede que la dispare el orgasmo, pero no necesariamente.
La cantidad de li?quido vari?a y se ha comprobado que su composicio?n qui?mica es diferente a la de la orina, aunque a veces se llegan a mezclar. Al endurecerse y crecer, la pro?stata oprime a la uretra, lo que genera la sensacio?n de querer ir al sanitario.
?Eso provoca que muchas mujeres se pongan nerviosas y se avergu?encen. Eso no les permite dejarse ir. Al apretar para contener refrenan su placer, se distraen y no permiten que el ci?rculo se cierre?, sen?ala la experta.
¿Comentarios? Varias manos se alzan. L. nos platica que durante sus orgasmos empapa el colcho?n y eso la hace sentir apenada con los chicos, que en su mayori?a ignoran que nosotras tambie?n eyaculamos y creen que les gano?. S. expreso? que quiere aprender a hacerlo porque considera que eso la hara? sentir ma?s plena; sin embargo, Diana aclara que esto es una creencia erro?nea. R. afirma sentirse sorprendida porque nunca le ha pasado y, si es cierto que a todas nos ocurre, ¿ado?nde se va su eyaculacio?n?, la explicacio?n es que igual que la introeyaculacio?n recomendada por el tantra y el tao, el fluido se reabsorbe al interior.
En cuanto a mi?, au?n no me quedaba claro exactamente por do?nde nos desbordamos. Pero mi duda estaba a punto de disiparse.
4. Mapa singular
Con un gesto natural y esponta?neo, Diana se despojo? de toda la ropa. Se recosto? en medio del salo?n y coloco? una videoca?mara entre sus piernas.
Las ima?genes de su interior se proyectaron en la pared y, con suavidad, aparto? los pliegues de sus labios vaginales con el fin de mostrarnos en primer plano unos agujeritos que solamente se evidenciaban al jalar la piel. ¿Asi? o ma?s claro?
Las gla?ndulas de Skene tienen salida al exterior por la pared que se encuentra entre los orificios uretral y vaginal.
Son muy semejantes a los de Bartholini, so?lo que e?stos segregan li?quido lubricante y los que nos ocupan dan salida a la eyaculacio?n. ?¿Quie?n quiere pasar a localizar los suyos??, nos dijo alegremente.
Whaaat??? Aunque en el instructivo del taller se mencionaba como requisito la disposicio?n a estar desnudas, esto era bastante extremo. Con timidez, nervios, pena y terror fuimos pasando una a una. Exponerse asi? era ma?s que intimidante, pero la curiosidad era mayor, y seamos sinceras, se trataba de una gran oportunidad para el autoconocimiento.
Adema?s, el ambiente era tan respetuoso, ca?lido y confortable, que sin pensarlo mucho nos lanzamos a lo que acabo? siendo una divertida bu?squeda colectiva en la que da?bamos rienda suelta al entusiasmo y al asombro, cada vez que uno de los preciados hoyitos apareci?a en la pantalla.
Y si?, ahi? estaban. Unos a la derecha, otros a la izquierda. Dos en un lado, cuatro en el otro. Cada una con una geografi?a diferente, pero no hubo ninguna que no ubicara al menos tres. Al final, entre risas y bromas, dibujamos en el pizarro?n nuestros muy particulares mapas.
Nos encontra?bamos por salir al receso y fuimos un poco a fuerza porque las preguntas se nos agolpaban en la boca.
5. Chorro de placer
Nos repartieron lubricante, guantes quiru?rgicos y dos vasitos. ?Si pueden hagan pipi? en uno y de?jenlo a un lado?, nos indico? la instructora. Nos acomodamos sobre unas toallas y luego de una discreta recoleccio?n esperamos la siguiente instruccio?n.
En la misma postura, con los guantes y una generosa cantidad de lubricante, comenzamos a palpar el interior de nuestra vagina para localizar la pequen?a a?rea esponjosa y rugosa que delataba la ubicacio?n de nuestra pro?stata. Una vez que la encontramos, la indicacio?n fue oprimirla suavemente y desplazarla con delicadeza de un lado a otro; frotarla, disfrutarlo y no contenernos ante la sensacio?n de urgencia urinaria.
Dejarse ir fue complicado. El impulso era apretar y correr al ban?o. Pero ya en plan de experimentar, pues que pasara lo que teni?a que pasar. Al soltar una emisio?n potente y tibia se escurrio? en el segundo vasito y OMG!, al examinarla comprobe? que no teni?a nada que ver con la orina. Menos densa y pegajosa que el semen de los hombres, parecida al agua de horchata ligera y sin olor.
Ahi? estaba mi preciosa eyaculacio?n, despidiendo destellos de la luz que pasaba a trave?s de ella al alzarla triunfante, para mostrarla alborozada junto con la de todas las otras chicas del lugar.
L. no alardeaba; su vasito estaba casi lleno y el li?quido era totalmente blanco. El resto variaba en cantidades, pero la mayori?a habi?a logrado llenar de un cuarto a un tercio del recipiente. En algunos casos estaba mezclado con orina y con el tiempo se apreciaba la separacio?n de los li?quidos. U?nicamente una de las chicas del grupo no lo logro?.
?Y esto no te hace ni ma?s ni menos?, asevero? Diana. ?Se trata de entender que tenemos pro?stata y eyaculamos. Que no lo sabi?amos porque la represio?n y el control sobre nuestra sexualidad ha sido infame. Que hombres y mujeres no somos tan diferentes. Que el cuerpo de cada uno tiene sus singularidades?.
Cuando salimos ya habi?a cai?do la noche. Nos despedimos con afecto y agradecidas por haber podido comprobar de una manera tan rara algo que usualmente ronda entre la fantasi?a, el mito y la falta de conocimiento. La verdad se nos habi?a presentado contundente, irrefutable y, literalmente, a chorros.
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