“7 lecciones que aprendí después de usar dating apps por 7 (sí, siete) años”

"7 lecciones que aprendí después de usar dating apps por 7 (sí, siete) años"

Luego de 7 años, aquí algunas de las lecciones aprendidas después de usar dating apps. Esperamos te ayuden a mejorar tus tácticas.

Además de la de reconocer que a esas dating apps les hace falta una opción de “guardar para después porque no estoy segura de mi decisión en este momento”. También lee: 9 celebridades que usan dating Apps Hay personas que aprenden más rápido que otras, por lo que si eres una de ellas no te tardaste tanto como yo en darte cuenta de lo que compartiré a continuación. Si apenas acabas de comenzar o retomar el menester de swipear a diestra y siniestra, espero que el conocimiento recaudado por esta humilde veterana servidora te ayude a mejorar tu táctica de ligue online o al menos a entender en que te estás metiendo. No te pierdas: Apps de ligue: guía para ser un experto

“7 lecciones que aprendí después de usar dating apps por 7 (sí, siete) años”

1. LA CALENTURA MANDA Mucho antes de que existieran tantas opciones que hoy en día ayudan a personas a encontrar a su significant other -o acostón de la noche- con base en su dieta, amor por los gatos o fetiches, yo di mis primeros pasos en Chatroulette a finales de 2014. A diferencia de OkCupid, la página más famosa para quienes buscan relaciones serias, describiré a la de la ruleta como el “Tinder de penes”, pues cada vez que dabas “next”, el 90% de lo que aparecía era… ajá, un pene. Claro que me gusta el pene, pero para nada entré a Chatroulette por esa razón, lo hice porque la interacción ahí se da a través de video/cámara (excelente para evitar el catfishing en aquel entonces). Sin embargo, no tardé en darme cuenta de que pocas veces los usuarios buscaban entablar una conversación. Vaya, preguntarte “¿Te gusta lo que ves?”, “¿te la quieres comer completa?” no cuentan como ice-breakers.

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2. EL BRANDING PERSONAL IMPORTA Hay varias formas de “venderte”, pero a ningún usuario le interesa la belleza interior (no importa que en una foto se le vea ayudando a niños de escasos recursos), aunque haya admiración o te conmuevas por las buenas obras de alguien, todo se reduce al físico; cómo te ves es lo que más cuenta. ¿Quién quiere salir con un miembro de Green Peace si no te resulta atractivo? Tal como si fueras un producto, tu marca debe llamar la atención en aquel vasto catálogo. Algo que muy pocos han entendido. ¿De dónde sacan esos hombres las frases o filosofías de vida para sus bios? ¿De DatingAppsProfiles.com? “Work hard, play harder”. ¿Quedaron atrapados en el 2011? Todos parecen una copia de la copia de la copia. Nada original. El humor de siempre. Las fotos y poses de siempre.
lecciones que aprendí después de usar dating apps por 7
3. NO HAY FECHA DE CADUCIDAD Cuando por primera vez me di de alta en Tinder pasé hoooras en la app durante el almuerzo, en el baño (guilty!), antes de dormir, no-podía-parar. Eso sucede la primera vez que entras o cuando te das de baja y regresas luego de un tiempo. En un principio estás emocionada, y si bien te topas con nuevas diferentes opciones, así como yo, hay modelos que perduran. Antes veía a los mismos hombres en distintos años, me reía y pensaba “¿qué onda con este loser?” (inserte meme “Quedaste como estúpida” aquí, por favor). Parecemos enlatados, caray.

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4. ARRIBA EL SEXISMO Bumble, la app creada por Whitney Wolfe Herd, vio la luz para “cambiar las reglas del juego” con su discurso “empoderador” al “permitir” que las mujeres den el primer paso es, en mi opinión, un fracaso total. Si antes se pretendía que solo ingresaran usuarios buscando una relación, poco a poco la plataforma incorporó opciones como “nada serio”. B*tch, please, qué más da que escribas primero, si nunca te pelan o te dejan de contestar. Eso pasa además en todas esas apps. Para rematar, la app de la abejita mocha no te deja subir fotos sexy/demasiado reveladoras si eres mujer, pero los hombres sí pueden mostrarse en primer plano en traje de baño (sin importar que se les note el paquetaxo). ¿Saben qué difícil es encontrar fotos fresas/“decentes” en mi carrete? Gracias, Bumble por “protegerme” de depredadores que swipearían a la derecha solo porque mis fotos los provocan.

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5. EL SEXO ORAL ES EL REY Acabo de terminar de leer “Is there still sex in the city?” de Candace Bushnell y no pude coincidir más con uno de los capítulos en el que me parece una descripción acertada de la app de la flamita: “Tinder is all about the guy getting off. As quickly and easy as possible” (“Tinder se centra en el orgasmo masculino. Conseguirlo lo más fácil y rápido posible”). La autora recalca aquello con dos palabras: blow jobs. Para nada se equivocaba. El 70% de los hombres que conocí en Tinder y otras dating apps recibieron sexo oral de mi parte… sobre todo porque no les gusta tener sexo con condón y ni modo que se queden con blue balls, ¿cierto?

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6. LA DESCRIPCIÓN DEL PERFIL NO ES DE H**VA, ES TU MÁXIMA ALIADA Si bien las fotos son el gancho, la bio es lo que termina por convencerte. En el caso de las mujeres heterosexuales, la altura del hombre es crucial, por ejemplo. ¡No mientan, chicas! A veces ni por la altura cuando escribió “si quieres saber de mí, pregúntame”. Detesto la ley del mínimo esfuerzo. Por fortuna, durante mi estancia en el norte de California, estoy segura de que me estoy ahorrando varios malos ratos al no hacer match con hombres que son de derecha/ultraconservadores, que aparecen con venados u otros animales asesinados como un trofeo de su cacería, que no creen en las vacunas, que rechazan la diversidad en todos sus aspectos, y que son fanáticos religiosos (leer algo así como “Jesús es lo más importante en mi vida y si no crees en él, mejor que te crucifiquen” no está padre). No importa qué tan guapo esté el señor, en lo personal, ese tipo de perfil no me parece que concuerde con lo que para mí es un buen ser humano.

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7. MALABARES EN TODOS LOS SENTIDOS Pecarás de ingenua al creer que por haber hecho match ya saliste victoriosa. Ahora “te toca” demostrar qué tan interesante eres. Por mi parte, me siento como en una edición online de The Bachelor, intentando llamar Y RETENER la atención de un hombre al que apenas conozco por la idea de que puede ser -por fin- el marido millonario amor de mi vida que tanto buscaba. Hay texting que prospera, otros se caen en menos de un par de horas y ni cómo revivirlo. La presión de ser creativa es real, también la de no descuidar a los otros potenciales prospectos. Y es cuando de repente estás en tu propia triste versión de The Bachelorette, porque si ellos no se esfuerzan ni tantito, te quedarás con todas las rosas.

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