Las prendas ajustadas, pronunciadas o cortas continúan siendo objeto de opiniones, miradas y juicios. Lo que para algunas representa feminidad, sensualidad y confianza, para otros se percibe como disruptivo o incluso una amenaza para el amor propio.
Pero vestirse sexy no implica un retroceso o sexualización sino una forma válida y poderosa de expresarse. Muchas mujeres eligen este tipo de ropa como una manera de sentirse bien consigo mismas, un acto de seguridad y autenticidad frente a una sociedad que aún no está completamente abierta para ver a una mujer demostrando que éste, no es un gusto culposo ni nada por lo que debería avergonzarse.
Lo conservador nunca se fue, solo se ¿transformó?
Las opiniones que vemos en redes sociales suelen estar muy divididas. El clean girl aesthetic o la tendencia hacia lo “old money” ha crecido en el último par de años. Si bien es cierto que hay mayor diversidad en cuanto a gustos y estilos, prevalece la conversación en torno a la sensualidad de una mujer, lo que decide usar o el cómo se comporta.
Históricamente siempre se le han atribuido características delicadas o de prudencia, entonces, aunque no haya leyes rígidas que censuren o prohiban, ahora se ven transformadas en “consejos” disfrazados de preocupación por el qué dirán.
En una era mucho más woke, lo tradicional lejos de haber desaparecido, solo se adaptó a las redes sociales. Estas estéticas o aspiraciones que atraen a las generaciones actuales, reivindican la feminidad conservadora haciendo hincapié en esta falta de “modestia”. Por lo que el cuestionamiento sobre lo sexy simplemente cambió de envoltura, volviéndose un poco más sútil, pero igual de presente. Esto refuerza un discurso que incluso entre mujeres cambia la perspectiva respecto a esto, cuestionando y desmotivando a otras de usar o expresarse de esa forma por miedo a ser juzgadas.
El doble estándar que no desaparece por completo
Muchas mujeres están expuestas a este juicio, pero aquellas celebridades o artistas cuya vida es mucho más pública, reciben diversas críticas cuando deciden tomar el camino de looks más sexys o que destaquen por su sensualidad. Sabrina Carpenter es una de ellas, desde su vestuario para el Short n’ Sweet Tour, hasta la portada de su próximo álbum, es una de las popstars actuales juzgadas bajo un estándar que no aplica de la misma manera para los hombres. Usar un vestido con escote pronunciado deriva ideas de que están desesperadas por atención o son cosas vulgares. No solo las limita y sube las expectativas sobre ellas, sino que alimenta la idea de que el cuerpo femenino debe ser regulado, moderado y sujeto a las opiniones ajenas.
Mientras lo sexy incomode, no habrá verdadera libertad
Las decisiones respecto a nuestro estilo y seguridad no deberían percibirse como una provocación. “Mandar el mensaje correcto” es una idea que detiene a muchas mujeres de disfrutar su estilo pero también de su cuerpo. Más allá de modas o gustos personales, lo que deberían cuestionar es la censura de un tema que no necesita justificación. En definitiva, el problema no es mostrar piel, sino poder hacerlo sin cuestionamientos.