Disfunción eréctil: lo que no sabías y por qué hablarlo puede cambiarlo todo

Desde hormonas hasta salud mental y medicamentos, esta es la realidad oculta de la disfunción eréctil a cualquier edad

Disfunción eréctil

Disfunción eréctil: lo que no sabías y por qué hablarlo puede cambiarlo todo

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Cuando se habla de disfunción eréctil, muchas veces se piensa automáticamente en hombres mayores, problemas del corazón o enfermedades crónicas. Pero la realidad es que este tema puede afectar a hombres de cualquier edad y muchas veces es por causas menos evidentes que pasan desapercibidas.

Lo que pocas veces se menciona es que existen factores hormonales que pueden influir mucho más de lo que imaginamos. Un nivel bajo de testosterona, por ejemplo, no solo disminuye el deseo sexual, sino que puede hacer que el cuerpo simplemente no responda.

También hay condiciones como el hipotiroidismo o el síndrome de Cushing que, aunque no son tan comunes, pueden afectar el equilibrio hormonal y, con ello, el desempeño sexual.

Otra causa poco conocida es la enfermedad de Peyronie, que provoca la formación de cicatrices dentro del pene. Esto puede hacer que se curve dolorosamente durante la erección, generando una gran incomodidad física.

Un factor más conocido pero rara vez discutido es la salud mental, la cual es un factor clave. El estrés, la depresión o simplemente la presión por “rendir” pueden ser suficientes para bloquear la respuesta sexual, incluso cuando hay atracción y deseo.

A veces, el problema viene de algo tan cotidiano como un medicamento. Fármacos comunes como algunos antidepresivos, tratamientos para úlceras o incluso pastillas para la presión arterial pueden tener efectos secundarios que afectan directamente la erección.

Si a eso se le suma el estilo de vida—fumar, beber en exceso, una dieta poco balanceada o sedentarismo—es fácil entender por qué el cuerpo puede empezar a desconectarse del deseo.

También hay situaciones más físicas que no deben pasarse por alto. Lesiones previas, cirugías de próstata o daños en la zona pélvica pueden interrumpir el flujo sanguíneo o los impulsos nerviosos que hacen posible una erección.