Para encender a alguien, primero tienes que encenderte tú

placer

Conoces el punto G, pero ¿has escuchado hablar del punto A?

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Texto por: Jessica Servín Castillo

¿Saturada de fórmulas rápidas y tips virales con promesas de orgasmos garantizados? La psicóloga y sexóloga Silvia Olmedo nos recuerda que para ser una gran amante, lo único que necesitas es autoconocimiento y conexión emocional.

¿Cuántos videos, artículos o “guías definitivas” has leído para convertirte en la mejor amante de tu pareja? ¿Cuántos tips rápidos te prometieron cambiar tu vida sexual en tres pasos? En esta era de exceso de información. muchas d e nosotras sentimos una gran presión por rendir, gustar y cumplir... incluso en la intimidad.

Queremos estar a la altura, sorprender, mantener el deseo, “hacerlo bien” —lo que eso signifique—, aunque muchas veces ni siquiera sepamos qué deseamos nosotras mismas. Pero ¿y si el verdadero secreto no estuviera en técnicas, sino en una reconexión contigo? ¿Y si no se tratara de encender a otro, sino de encenderte a ti Silvia Olmedo, psicóloga, sexóloga y divulgadora —con millones de seguidores y años de experiencia ayudando a

mujeres y hombres a entender su deseo— nos habla sobre lo que significa en realidad ser “mejor amante” los mitos que aún cargamos sin darnos cuenta y por qué la sexualidad, lejos de ser un tema superficial, puede convertirse en una poderosa herramienta de transformación personal.

¿Cómo definirías quién es el mejor amante?

A ver, lo que es “mejor amante” para una persona puede ser pésimo para otra. Es como la música: hay quienes aman la música clásica y otros el heavy metal. No existe una fórmula universal y esa es la belleza: cada uno de nosotros no es una fórmula, sino una receta, un platillo único.

Lo que si hay son técnicas, ingredientes, tiempos y formas que hacen que cualquier “platillo” —en este caso, una relación íntima— sepa mejor. Y uno de los elementos clave, tanto en la cocina como en la cama, es el tiempo. No puedes acelerar los procesos. Los preliminares, el momento del acto sexual y el “postre” —la sobremesa, esa cercanía que viene después– son igual de importantes. Incluso si es una relación casual, esos momentos mejoran la experiencia y hacen que te conectes con el otro de forma más auténtica.

Entonces, ¿qué es lo que no entendemos sobre el deseo y la intimidad? Seguimos buscando tips rápidos y fórmulas mágicas. Queremos el platillo orgánico del restaurante cinco estrellas... pero en un minuto, como si fuera instantáneo. Y no funciona así.

Tener una buena vida sexual empieza por tener una buena relación contigo misma. Y eso no es un tip, es un camino. La gente quiere soluciones tipo “haz esto y llegarás al orgasmo”, pero eso no es así, es un ballet. Y para bailar bien hay que practicar, calentar, escuchar la música. Lo mismo con tu cuerpo, tus deseos y tu historia. Todo empieza por separar las ideas limitantes sobre el sexo.

Si de niña te enseñaron que tocarte estaba mal, que eso “no lo hacen las niñas buenas”, es probable que crezcas con una relación tensa o incluso dolorosa con tu cuerpo. Y eso influye directamente en tu capacidad de disfrutar, de tener fantasías, de conectarte contigo.

¿Qué hay de los mitos y qué tanto pueden afectar nuestra vida sexual?

Uno de los más grandes es creer que el placer sexual te lo da tu pareja. ¡Nol El placer es como la comida: el platillo puede estar buenísimo, pero si tú no tienes papilas gustativas o dientes para masticarlo, no lo disfrutas. Lo mismo pasa con el deseo.

Otro mito es que las mujeres no pueden tener más apetito sexual que los hombres. Falso. O que todas necesitan estar enamoradas para disfrutar el sexo. Falso también. Hay mujeres que sí lo vinculan con lo afectivo y otras que no. Ambas son válidas.

Y también hay que entender que puedes amar profundamente a tu pareja... y no desearla en ciertos momentos. El amor y el deseo no siempre van de la mano, y eso no significa que tu relación esté rota.

¿Es válido usar juguetes sexuales?

Sí usar está bien, pero no abusar, porque ahora se está normalizando. Hay una sobreutilización de al pornografía en los hombres y también está comenzando a pasar algo en ciertas mujeres: el abuso de los juguetes sexuales. Cuando una mujer se acostumbra a un tipo de estimulación en extremo intensa o específica, después en una relación real, con una persona de carne y hueso, esa estimulación no es suficiente. Y lo mismo sucede con la pornografía, porque distorsiona al percepción de lo que es una relación real.

¡Puede la sexualidad transformarnos como personas!

La sexualidad es una parte fundamental de nuestro ser, tanto, como la emocional, la profesional o la espiritual. Muchas mujeres, a los 40, tienen ya una carrera exitosa, una familia maravillosa y buenas amigas... pero dejaron de lado la parte sexual. Y no debería ser así.

La sexualidad implica juego, entrega, placer. No desaparece con la edad. Cambia, sí, pero puedes incluso disfrutar más porque ya no comes cualquier cosa como a los 20. Tienes paladar. Sabes qué te gusta. Lo saboreas más.

¿Cómo saber que mi “problema sexual” no es tal?

Justo eso. Lo más bonito que he descubierto es que, muchas veces, los problemas sexuales no son sexuales: son traumas no resueltos, heridas antiguas, falta de comunicación o incluso rasgos de neurodivergencia no identificados. He tenido casos en los que, detrás de una mujer que no logra excitarse, había un trauma infantil. O un hombre brusco en la cama, que en realidad tenía dificultades motrices. No es que no te ame. Es que no sabe cómo. Y muchas veces a través de los talleres de sexualidad, descubrimos traumas profundos —en mujeres, pero también en hombres–. Hombres heterosexuales que fueron abusados en la infancia y que cargan con una vergüenza tan grande que nunca lo han contado. Es devastador. Y muy real.

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