Sexshops, invento femenino

Sexshops

Hace más de 60 años, una irreverente mujer alemana creó la primera tienda con artículos para potenciar el placer

Pese a los avances en equidad de género y demás pugnas por la igualdad, aún seguimos creyendo que en una sexshop la presencia es mayoritariamente masculina, por lo que sería lógico creer que fueron la gran idea de algún caballero.

Resulta que la verdadera creadora de estas tiendas en que puedes surtirte de aditamentos para aumentar la diversión con tu chico en realidad fue una mujer alemana; su nombre, Beate Uhse.

Hablamos de una auténtica chica Cosmo (como nuestra adorada y recién fallecida Helen Gurley Brown, creadora de Cosmo), quien era toda una transgresora para su tiempo, en la Alemania nazi de los 40.

En una entrevista poco antes que muriera, en 2001, la pionera de las sexshop reveló que desde muy pequeña las situaciones sexuales le eran comunes y que aprendió cómo venían los bebés al mundo en la granja de su familia, donde era cotidiano que los bueyes montaran a las vacas y poco tiempo después naciera una cría.

Resulta que la señora Uhse tuvo una historia de amor trágica, pues su primer marido murió durante la Segunda Guerra Mundial y ella quedó viuda a los 25 años y con un bebé. Era piloto y sus habilidades le permitieron huir de Alemania y refugiarse en Dinamarca.

Fue en este país donde descubrió que la situación de hambre generalizada hacía que las mujeres le temieran al sexo, para evitar traer al mundo otra boca que alimentar.

Entonces Beate se puso a investigar y publicó diversos folletos informándole a sus congéneres de los ciclos de fertilidad, para que pudieran tomar precauciones.

¡Ya te imaginarás el escándalo que se armó en una época donde el control natal no sólo estaba mal visto sino también prohibido!

Total que nuestra heroína notó lo que es ahora una obviedad: el sexo vende. Tras su hallazgo, fomentó la filosofía de que la sexualidad debía verse como placentera y no como una obligación.

En 1951 Beate fue más allá, al publicar un libro de 32 páginas titulado ¿Está todo bien en nuestro matrimonio?, el cual en realidad era un catálogo con 50 productos para avivar la pasión nupcial, tales como ropa interior provocativa, afrodisiacos y perfumes con feromonas. Así nació la primera sexshop de la historia.

Por supuesto que los ejemplares se vendieron como pan caliente y la autora se vio envuelta en un montón de problemas legales, con más de 2 mil demandas por incitar a la inmoralidad.

Actualmente su empresa tiene más de 25 sucursales en todo el mundo y factura más de 75 millones de dólares al año. También tiene una cadena de televisión y un museo erótico.

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