¿Te has puesto a pensar si en algún momento, y sin darte cuenta, intercambiaste tu vida por el trabajo?
Lo más peligroso es que esta situación puede pasar desapercibida e irse metiendo tan sigilosamente que no te darás cuenta desde cuándo es parte de tu vida, o mejor dicho, desde cuándo se quedó con ella. ¿Estás pensando que tú no tienes este problema? Sigue leyendo.
Si el lunes tienes toda la pila para hacer algo divertido el fin de semana y conforme se va acercando el viernes todos tus planes empiezan a parecer un poco complicados y decides cambiarlos por ver series, poner tu cel en silencio y dormir, te tenemos una noticia? el trabajo te está consumiendo.
Haz este ejercicio:
Organiza tu día en cuanto llegues a la oficina para que tengas ordenados tus pendientes (en papel funciona mejor).
Deja Facebook por un rato? sí, es divertido ver frases y fotos nuevas pero puedes proponerte echarle un ojo en cuanto termines la primera sección de los pendientes que ya apuntaste a primera hora.
Trabajo siempre hay, sé objetiva y decide qué es importante y qué es urgente, hay cosas que pueden esperar.
Guarda cambios y apaga la computadora. No se trata de dejar el trabajo a medias o entregar tarde pero ve quitándote esa costumbre de trabajar horas extra como rutina ordinaria.
Tampoco te lleves el trabajo a casa, es tu espacio relax para olvidarte del estrés y el cansancio de todo el día.
Cumple con ese cafecito o vino que agendaste con una amiga. Deja de cancelar tus planes, necesitas vida social y aunque te sientas cansada y casi puedas oír cómo te llama tu cama, debes hacer un esfuerzo por readaptarte a la sociedad (por así decirlo).
Duerme? De verdad, el sueño es la mejor medicina para todo o casi todo, rendirás más, tu humor mejorará y la sonrisa encantadora ni se diga.
En resumen, dedícale a cada cosa el tiempo que merece, no le quites horas a una para dárselas a otra y no te olvides de vivir bien, porque para eso trabajas.
