¿Baby blues o depresión, qué hacer?

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Texto por Claudia Rodríguez Acosta Psicoanalista

Convertirse en madre es un evento que transforma la vida a niveles sumamente profundos, físicamente implica que el cuerpo trabaje como nunca antes para lograr sostener a dos seres, uno de ellos en pleno proceso de formación y crecimiento. El periodo post parto es el que viene después de dar a luz, ya sea por parto natural o por cesárea, es un lapso de tiempo en el que el cuerpo se va recuperando poco a poco, para algunas mujeres es más fácil que para otras, pero nadie sale invicta. LAS HUELLAS EN EL PERIODO DE POST PARTO El embarazo y el parto dejan huellas, la mujer que atraviesa estos procesos nunca más será la misma y aunque aparentemente esté recuperada, pasará mucho tiempo para que asimile su nuevo rol, su nuevo cuerpo y su nueva vida al lado de un ser a quien ama profundamente y que depende totalmente de ella. La famosa cuarentena es el periodo recomendado por médicos, abuelas y parteras, para que la mujer se recupere, sin embargo, considerando la gran transformación que implica este proceso, 40 días no bastan para asimilar todos los cambios. La palabra “recuperar” significa, tomar algo perdido, en ese sentido, la recuperación post parto es relativa, ya que convertirse en madre es un proceso en el que se gana mucho pero también se pierde algo para siempre. La mujer nunca será la misma ni física, ni emocional, ni mentalmente; no hay marcha atrás. Y precisamente por esto, es que en el postparto muchas mujeres se sienten felices y emocionadas, pero también cansadas, tristes, con culpa, agobiadas y con miedos. Y ¿cómo no va a ser así? Si el cuerpo sufre un desequilibrio hormonal intenso; durante el parto, el cuerpo femenino se abre como nunca antes lleno de dolor para dar vida, a veces, el amamantamiento es muy complicado, las noches sin dormir van causando estragos, a esto se le suman los miedos, las dudas, las expectativas vs la realidad. Es un trabajo muy duro que sólo se sostiene y se suaviza, gracias al gran amor que sentimos por nuestros hijos. Relacionado: "¿Qué es la infertilidad en mujeres?” ¿QUÉ ES EL BABY BLUES? El baby blues es un tipo de depresión que muchas mujeres (tal vez la mayoría) sufren después del parto, se relaciona con los drásticos cambios hormonales, pero también con factores ambientales (no dormir bien, no poder hacer actividades que antes se realizaban, pasar mucho tiempo en casa, etc.) y psicológicos (asumir el nuevo rol de madre, cambios en la relación de pareja, miedos y sentimientos de culpa por no cumplir con ciertas expectativas, etc.) El baby blues forma parte del complejo proceso de adaptación y asimilación de la nueva vida con un recién nacido, es transitorio y es importante hablarlo y no sentir culpa por estarlo viviendo. Se espera que en un par de semanas o un par de meses, dependiendo de cada caso, este difícil momento vaya suavizándose, que los sentimientos se vayan estabilizando y los miedos disminuyendo. Sin embargo, esto no quiere decir que la nueva mamá pronto andará como si nada hubiera pasado, como lo mencioné anteriormente, va a pasar mucho tiempo, quizás años para verdaderamente asumir la nueva vida en todos los sentidos. ¿BABY BLUES O DEPRESIÓN? También hay casos, en los que esta mezcla de sentimientos y de pensamientos incómodos y desgastantes, en lugar de disminuir aumentan, de ser así, es muy importante acudir con un profesional para poderlos frenar antes de que empeoren. El embarazo y el parto pueden desatar depresiones fuertes en las que van incluidos estados de ansiedad y culpa que pueden tornarse sumamente desestabilizantes y enloquecedores. El baby blues es transitorio, la mamá puede sentirse agobiada a ratos, llorar y luego reponerse, sentir melancolía algunos días, sentir ansiedad y miedos que poco a poco van disminuyendo; en cambio, la depresión, si no se trata, se vuelve crónica y puede alcanzar niveles graves tanto para la mamá como para el bebé, los síntomas (tristeza, culpa, ansiedad, irritabilidad, llanto sin motivo aparente, fatiga, dificultad para dormir) son similares a los del baby blues pero no se van, más bien aumentan e incapacitan. Relacionado: “Kayla Itsines y su cuerpo post parto” ¿QUÉ HACER SI TENGO ALGUNO DE ESTOS SÍNTOMAS? Lo importante es hablar, buscar a personas en quienes se confíe para compartir no sólo las maravillas de la maternidad, sino para también hablar de las dificultades, del hartazgo, del dolor y de los miedos. Para quienes han sentido esto, es importante que sepan que no están solas, la mayoría de las mujeres lo sufren pero no necesariamente lo hablan, y el entorno, en un afán por “hacer sentir bien a la nueva mamá”, le echa porras y le habla de lo positivo, más que escuchar y reconocer que para nadie es fácil hacerse cargo de un ser totalmente indefenso, para nadie es fácil sentir cómo su cuerpo está adolorido y cansado, mucho menos es fácil pasar en vela algunas noches porque el bebé está enfermo, no para de llorar o tiene hambre y parece no salir suficiente leche. Convertirse en madre exige una gran valentía y fortaleza, pero esto no quiere decir que la mujer permanezca inmune a todos los embates que conlleva este proceso, lo importante es reconocerlo, hablarlo, rodearse de personas que te acompañen y que te cuiden, no ser tan dura contigo misma, saber que no hay mamás perfectas y que va a pasar un buen rato para que te sientas fuerte y confiada con tu nuevo rol. Eso exige mucho trabajo y paciencia, no aparece por arte de magia. Tener un hijo nos confronta con nosotros mismas, con nuestros miedos y debilidades, por eso es importante pedir ayuda y rodearse de personas que escuchen, sin hacer juicios, sin dar opiniones fuera de lugar, sin pretender que se haga lo que ellos consideran que se debe hacer. Sólo así, la nueva mamá encontrará su propia forma de ser mamá y empezará a disfrutar de este proceso.

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