A pesar de todo, la adicción al swipe continúa… ¡te contamos lo bonito (y no tan bonito) de Tinder!
No fui de las primeras en subirme al tren de Tinder en 2012. Es más, me tardé tres años hasta que no pude resistirme a echarle un ojo al “novio por catálogo”. Lo que después aprendí, entre otras cosas, fue que la flamita en realidad era menos por amor y más por calentura. Para “celebrar” los 10 años de la primera dating app que hizo del swipe todo un ejercicio (no lo niegues, la primera vez pasaste qué, ¿dos horas haciéndolo?), te comparto lo bueno, lo malo y lo feo según mi experiencia y la de mis amigas. Por DAFNE RUIZ Te puede interesar: Conoce este truco para que los hombres te vean más guapa en las apps de citas
Lo bueno, lo malo y lo feo de una década de Tinder
Lo bueno
Sí es posible encontrar el amor (no tóxico) Ya había leído casos de éxito, pero eran tan lejanos que me parecía una completa fantasía. Hasta que una de mis mejores amigas, que se quejaba porque conseguía muy pocos matches, se casó con uno de ellos en 2017 y hoy tienen un bebé. Nada tuvo que ver el tipo de fotos que había subido; sencillamente ambos coincidieron buscando lo mismo: una relación. Así que si bien puedes mejorar tu perfil para hacerlo más atractivo, al final podría ser irrelevante. No te pierdas:
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Los acostones (que jamás te imaginaste) Puede tomarse como algo superficial, pero sin Tinder hubiera sido casi imposible o muy poco probable conocer fácilmente a hombres con cuerpo de Adonis, mucho menos tener un revolcón con ellos. ¡Un punto para la egoteca! Vaya, no tiene nada de malo haber estado con un modelo y derretirte acariciando su… six pack. Los matches con famosos En México no hay Raya (la dating app exclusiva para personas influyentes, famosas y millonarias), así que las celebridades locales se aparecían en Tinder. Fue divertido hacer match con un galán de telenovela (más de tres veces), con otro actor más de antaño y con un futbolista retirado. Siempre supe que con ninguno iba a prosperar, pero al igual que con los modelos, no estuvo mal un coqueteo VIP.
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Lo malo
La ley del mínimo esfuerzo Qué gran comodidad buscar “el amor” acostada en tu cama, en lugar de producirte y salir. Sin embargo, los usuarios dominan que tienen tantas opciones que por ello pueden darse el lujo de no contestar o de no pasar del “hola”. No sé si radique en falta de interés (¿por qué demonios están ahí?) o de plano son muy malos texteando. A estas alturas del partido, para tener una cita tiene que gustarme mucho el señor o ser un muy buen plan para que le invierta dos horas de mi tiempo. El negocio Recuerdo cuando leí que una chica había sido llevada por su match a una reunión de Herbalife (sin que ella supiera). No lo podía creer, hasta que una vez me intentaron vender un colchón a mi medida. O un programa de fitness para bajar esos kilitos de más. Tampoco voy a pecar de doble moral; en cuanto no hubo clic, yo terminé ofreciendo mis servicios de clases de español a los extranjeros con los que había hecho match.
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Lo feo
El clasismo En sus inicios, Tinder se consideraba como un espacio exclusivo para gente con recursos (desde que la app exigía el uso de un smartphone y en aquel entonces había pocos de gama baja). Conforme pasó el tiempo, los primeros usuarios comenzaron a notar que había mayor diversidad, algo que no les pareció en absoluto. Algunos de mis matches se quejaron de manera peyorativa sobre varias usuarias, lo cual terminó en un unmatch, por obvias razones. La cruda verdad A Tinder no le conviene que encuentres el amor (aunque ese sea uno de los propósitos). Tardé tiempo en caer en la cuenta que, al igual que otras apps, también cuenta con un modelo de negocios que cumplir, el cual busca beneficiarse económicamente con nuestra búsqueda de esa persona especial. Solo para que te des una idea de cuán lucrativa es esta industria, en 2021 Tinder le dio a su empresa ingresos de 1.65 BILLONES de dólares según la infografía de Visual Capitalist.
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